domingo, 31 de agosto de 2014

Sexo Tántrico

Final emocional   

El orgasmo es un final, un final emocional. El acto de amor no tiene fin. Los verdaderos amantes continúan haciendo el amor hasta que finalmente, tal vez horas después, el cuerpo del hombre eyacula natural y conscientemente, o la pareja se aparta y hace el amor horas después, o al día siguiente, o el siguiente, o el siguiente...sin que el hombre tenga que llegar necesariamente. El orgasmo es parte del acto del amor. Pero aquel esta verdaderamente debajo de la belleza y del propósito de éste, le sucederá debidamente a los dos, si los dos están lo suficientemente presentes y ocupados en solo hacer el amor. La mayoría de las experiencias de las mujeres al hacer el amor está llena de frustraciones. 

La mayoría de la experiencia de los hombres consiste en la excitación con la perspectiva de la eyaculación. Entre los miedos subyacentes de ella, sus reservas y esperanzas basadas en la experiencia pasada, y la excitación danzante de él, también basada en el pasado, existe muy pocas oportunidades de hacer un verdadero amor entre los dos en el ahora o el presente. Se producirá más emoción que amor. 

Tratando de repetir una buena experiencia sexual, como llegar, nos hacemos expectantes o emocionales. Y tratando de evitar la repetición de una mala experiencia, nos hacemos emocionalmente cautelosos. En ninguno de los casos podemos hacer el amor. Y la asombrosa verdad que no comprendemos es que la emoción producida en lo que se supone que es hacer el amor aflorará en nosotros en cinco minutos, horas o días, y ocasionará un ataque de depresión, particularmente en la mujer. En el hombre, el movimiento aflorará como irritabilidad, cólera o conducta agresiva, y probablemente lo liberará más adelante masturbándose. 

El cambio fundamental en el pene y en la vagina que es necesario hoy para hacer el amor hermosa y divinamente, tiene que ser efectuado por el hombre o la mujer aprendiendo a volverse consciente, esto es , permanecer psicológica y después espiritualmente presente durante el acto de amor y los preliminares. 

Hoy, debido a la acumulación masiva de pasado e inconsciencia en sus cuerpos, el hombre y la mujer hacen el amor sobre todo en un estado de sueño, inconsciente. Lo que sucede es que las emociones que surgen de su amor sexual excitan las emociones. Estas emociones, la experiencia pasada acumulada de la persona del deseo o anhelo sexual, atraen su atención o su consciencia atrás hacia el pasado como imágenes o formas de fantasía. Entonces, estando inmersos en ese pasado, ellos se recortan como seres conscientes del amor que sus cuerpos están haciendo en el presente. 

Psicológicamente están ausentes del evento, ya no están presentes, no realmente con su pareja. Ellos se han ido a la deriva, a su propio mundo. 

Tu debes haber observado esto en tu acto amoroso -posiblemente en ti mismo, pero particularmente en tu pareja. En estos momentos cuando has estado conscientemente presente haciendo el amor, y todo el mundo está de vez en cuando, habrás notado que tu amante se ha desmayado en una forma de euforia personal. Ellos no están contigo haciendo el amor, aquí, ahora. Ellos están claramente ausentes del presente donde tú estás. Ellos se han vuelto autocontenidos. 

No es improbable que hablando con alguien de pronto percibas que no te está escuchando, ya no está contigo. Están a miles de millas pensando en alguna otra cosa. En suma, tu amante te ha dejado -así como así fuera en el frío. Por lo cual tú, en vez de permanecer solo allí afuera haciendo el amor, te esfuerzas tan rápido como puedes para volver a tu propio estado de sueño personal, para perderte a tí mismo también en tu pasado emocional. 

Haz esto, notarás, a través de la imaginación, utilizando la imaginación sexual o erótica, la cual de nuevo excita las emociones. Y enteramente navegas en el país del ensueño. En vez de dos estando juntos en una unión física consciente, que es el propósito de hacer el amor, estás ahora apartado en mundos de ensueño. El acto de amor es autoorientado, autoindulgente y autogratificante. Los dos os habéis prestado la vagina o el pene del otro para hacer el amor con vuestras propias emociones, vuestro propio pasado. 

En tal encuentro aislado aunque normal, no hay una unión consciente, sin tiempo, del principio masculino y femenino, no hay realización de la consciencia o el amor mismo, no hay unión de los dos únicos polos de la divinidad sobre la tierra en la presencia única, inefable, divina, realizado como tu propia realidad, el espíritu sublime y desinteresado de amor y vida. 

Debido a que se hace más emoción o ego que amor, y debido a que la emoción o el ego aísla, tal acto de amor empuja gradualmente a alejarse a la pareja. Ellos se cansan sexualmente el uno del otro y la magia se desvanece. 

El acto de amor se vuelve habitual, una obligación o una liberación emocional, no es improbable una explosión de ira, y la desavenencia, el descontento y la inquietud aumenta. 

La interacción del pene y la vagina genera amor. Este amor es la sensación más intensamente gozosa en el cuerpo humano. Sin embargo, la intensidad del placer en el amor es severamente reducida por la existencia de emoción o pasado en los genitales. Cuanto más emoción o pasado haya allí, mayor adormecido y distante es el sentimiento o amor de la persona y su percepción del significado del amor. 

Puesto que hoy cada pene y vagina está más o menos infestado con la emoción o el pasado, nadie sospecha que la sensación corporal deliciosa normalmente sentida en el acto de amor ya está torcida y amortecida. De aquí, que a nadie se le ocurra buscar una esencia alcanzable de forma natural, que está disponible a todo hombre o mujer que pueda liberar el pene y la vagina del pasado y ser por tanto consciente de la presencia divina o consciente, en el acto amoroso.  


Extracto del libro Haciendo el Amor de Barry Long

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