EL PROCESO EMOCIONAL BÁSICO
desarrollado por Leslie Greenberg
Proporciona una guía para acceder a nuestras emociones, y salir de
ellas transformándolas en algo beneficioso para nosotros. Para utilizar la emoción con
inteligencia en la resolución de los problemas de la vida, es necesario experimentar hábilmente la emoción.
A continuación
explica los pasos que debemos seguir para lograrlo.
Fase I – Acceder
1.Se consciente de tus emociones: Escucha tu cuerpo.
2.Da la bienvenida a tu experiencia emocional: Permítete sentir la
emoción.
3.Describe tus emociones con palabras. Ponle nombre al sentimiento.
4.Identifica tu experiencia primaria, tu sentimiento más básico.
5.Evalúa si un sentimiento primario es saludable o no.
Fase II – Salir
6.Identifica los pensamientos destructivos que acompañan a la
emoción no saludable.
7.Encuentra emociones y necesidades saludables alternativas.
8.Conecta con tu propia fuerza para transformar la emoción no
saludable y los pensamientos destructivos: busca tu voz sana.
FASE I – ACCEDER
No puedes irte de un lugar si antes no has llegado a él; lo mismo
ocurre con las emociones. Aunque algunos sentimientos pueden ser
muy dolorosos, hace falta que sientas tus emociones antes de que
las puedas cambiar (exceptuando casos como el de una depresión
orgánica o endógena, porque al introducir a la persona en el
sentimiento, se hunde más; en este caso habrá que acudir
exclusivamente “a la razón” además de a los fármacos prescritos por
el psiquiatra).
1) Se consciente de tus emociones: escucha tu cuerpo.
Es conveniente (aunque no necesario) que cierres los ojos.
Pregúntate: ¿qué estoy sintiendo en mi cuerpo? Se trata de prestar
atención y sentir en lugares específicos de tu cuerpo la intensidad y
la forma real de tus sensaciones, ya que eso te ayudará a
concentrarte en esas sensaciones. Se puede experienciar, por
ejemplo, "una bola densa, caliente en el pecho", o ser consciente de
la emoción en tu estómago, o de la tristeza en los ojos y las mejillas.
2) Da la bienvenida a tu experiencia emocional: permítete
sentir la emoción.
Da la bienvenida al sentimiento, déjale llegar y detente en él. No lo
evalúes de manera negativa. Acéptalo. Sentir algo representa una
oportunidad para recoger información que tiene que ver con lo que
es importante para tu bienestar. Una vez que le has prestado
atención, entonces puedes dejarla partir. Las emociones vienen y se
van si tú se lo permites. No trates de bloquearlas o evitarlas. Tienes
que preguntarte, "¿qué hago al respecto?"
Pensemos, por ejemplo, en el enfado. El enfado no es una agresión.
Puedes sentirte enfadado con un amigo sin golpearle. Puede que,
incluso, ni siquiera le digas a tu amigo que estás enfadado. Sin
embargo, sí debes ser capaz de reconocer y sentir tu enfado. Si el
enfado o la rabia emergen inmediatamente en la consciencia, y se
reconocen y aceptan, están mucho más sujetos a control. La
expresión de la rabia se convierte en una elección. Es tan objetivo
como tener una piedra en la mano y decidir si se la arrojará o se
colocará sobre el suelo.
Expresar lo que sientes a viva voz o de determinada manera, tiene
que ser adecuado al contexto y requiere cierta regulación. Por tanto,
¿qué hago al respecto? vamos a esperar a encontrar ese sentido.
3) Describe tus emociones con palabras. Pon nombre al
sentimiento.
Después de haber prestado atención a tus emociones y de haberles
dado la bienvenida, es necesario que seas capaz de describir tus
emociones con palabras.
Aunque, en realidad, solamente necesitas expresarlas con palabras
cuando afrontas una experiencia emocional difícil, o cuando quieres
reflexionar o comunicarte. Mantente en todo momento dentro de la emoción, sin pasar al
análisis. Ponle nombre a la emoción, es el primer paso para
regularla. Y, luego, puedes hablar de la emoción, en vez de actuar
según la emoción. Por ejemplo, una persona podría decir: “siento
tristeza… me siento separado de los demás, dejado de lado,
incomunicado… no siento cercanía, no siento intimidad con nadie de
los que me rodean… y eso me hace sentir solo/a”.
Al ser capaz de ponerle con palabras una etiqueta al sentimiento, se
produce un acto de separación del mismo. En ese momento eres "tú"
el que siente "esto", y "esto" está ahora separado de ti. No se trata
de algo que eres, sino de algo que "tú" estás sintiendo. Ese
distanciamiento es importante.
4) Identifica tu experiencia primaria, tu sentimiento más
básico.
Pregúntate: "¿Es esto lo que de verdad siento en el fondo? ¿Es este
el sentimiento más central?", “¿Siento algo, aparte de lo que estoy
sintiendo de manera más consciente?”, ¿Estoy tratando de conseguir
algo con este sentimiento, es decir, se trata de un sentimiento
instrumental?".
Si contestas que sí a cualquiera de las dos últimas preguntas, es
probable que tu sentimiento no sea central, es posible que sea una
emoción secundaria. Entonces, escucha de nuevo tu cuerpo y vuelve
de nuevo a los pasos 1 y 2, centrándote en la emoción que se ha
revelado como primaria o central. Si no es éste el caso, continúa.
Una emoción secundaria es una emoción defensiva que oscurece tu
sentimiento central o primario. A menudo ocultan lo que estás
sintiendo en lo más profundo para protegerte de ello. Con frecuencia,
los hombres que han crecido escuchando que tienen que ser
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valientes, tienen dificultades para admitir sus emociones de miedo,
y en su lugar muestran enfado.
5) Evalúa si tu sentimiento primario es saludable o no.
Dentro de las emociones primarias o centrales, algunas son
saludables y otras no. Las "saludables" representan tus respuestas
fundamentales o básicas ante las situaciones. Así, el enfado es tu
respuesta ante al agravio, la tristeza ante la pérdida, el miedo frente
a la amenaza, etc. Como ya hemos dicho, estas emociones son muy
valiosas para tu supervivencia y bienestar. Son reacciones a algo que
está ocurriendo aquí y ahora.
Las emociones "no saludables" reflejan un sentimiento de malestar
crónico. Surgen cuando tu sistema emocional no funciona bien.
Siguen siendo tus sentimientos más básicos, "verdaderos", pero han
dejado de ser sanos. En realidad son respuestas a otras experiencias
pasadas, en vez de ser, principalmente, una respuesta a lo que
ocurre ahora.
Si tu sentimiento central o primario es saludable, deberás seguirlo y
utilizarlo como guía para la acción. Si no lo es, deberás trabajar para
comprenderlo y cambiarlo. Esa es la clave. Ninguna otra persona
puede o debe decidir eso por ti. Tienes que decidir qué hacer con ese
sentimiento: seguirlo (porque es saludable) o aceptarlo y cambiarlo
(porque no es saludable). Esta es una de las decisiones más
complicadas que tienes que tomar.
¿Cómo sabes si tu emoción es no saludable o desadaptativa?
Tu emoción es desadaptativa cuando es un sentimiento antiguo,
desorganizador, que es recurrente a lo largo del tiempo, las
situaciones y las relaciones. Ni te deja mejor, ni aumenta tu
bienestar. Te parece muy central, pero no es saludable. Algunos
ejemplos de sentimientos primarios desadaptativos que puedes tener
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son: la sensación de víctima, sentirte invisible, ese enfado recurrente
porque nunca salen las cosas como quieres, esa soledad que te
resulta tan familiar. Puede ser la intensa sensación de humillación
tan conocida y tan desproporcionada, ante el más mínimo desaire o
esa recurrente sensación de devastación al recibir un crítica, aunque
la crítica sea de poca importancia o incluso constructiva. Una
sensación básica de inseguridad, una sensación central de vergüenza
o de falta de valía, o de sentirse no amado o no merecedor de amor.
Se ha descubierto que estos sentimientos están relacionados con una
o dos imágenes muy básicas de nosotros mismos. Se relacionan o
bien con sentimientos de no ser valioso y sentirse un fracaso, una
sensación de "yo no valgo"; o bien con sentirse frágil, inseguro e
incapaz de mantenerse sin apoyo externo, una sensación de "yo soy
débil". Para cambiarlos, tienes que adentrarte en la visión que tienes
de ti mismo para que sanes ese defecto y comiences a CONSTRUIR
UNA SENSACIÓN DE TI MISMO MÁS FUERTE. Otros han señalado una
tercera imagen relacionada con el sentimiento “yo soy malo”, una
profunda culpa y desde ahí, “no merezco amor”.
A modo de conclusión, para decidir si ese sentimiento primario es
saludable o no lo es, al llegar al paso 5, pregúntate:
• "¿Es este sentimiento una respuesta a otras experiencias
pasadas, en vez de ser, principalmente, una respuesta a lo que
está ocurriendo?"
• "¿Existe un patrón de sentimiento de malestar recurrente?"
• "¿Es un sentimiento familiar de estar atascado?"
Si la respuesta a estas preguntas es sí, entonces se trata,
probablemente, de un sentimiento que no es saludable; ve al paso 6.
Si la respuesta es no, se trata de un sentimiento nuevo, saludable,
que responde a la situación presente; ve al paso 7.
FASE II – SALIR
6) Identifica los pensamientos destructivos que acompañan a
la emoción no saludable.
Tus sentimientos no saludables van acompañados siempre por
pensamientos destructivos que son hostiles para contigo mismo o
que culpan a otras personas (como en el resentimiento).
• Primero, reconoce plenamente la emoción que no es saludable.
Siéntela y nómbrala: "Me siento destrozado por dentro", "Siento
un enfado destructivo" o "Me siento humillado".
• Mientras prestas atención a las sensaciones, pon tus
pensamientos en palabras. Llega al nivel más básico, algo así
como: "Siento que no valgo nada, que no puedo sobrevivir por
mi cuenta" o "No sirvo para nada, no merezco amor o no soy lo
suficientemente bueno". Estas son las voces negativas que
contribuyen a mantener ese estado emocional no saludable.
Al tratar de manejar esta voz que nos auto-ataca, ayuda imaginar
que está hablando otra persona y decir en voz alta lo que está
pensando, como si esa persona te estuviera hablando.
Pon los pensamientos hostiles negativos en la forma "tú". Haces
como si fueras esa dura voz y te dices: "Tú eres estúpido, gordo o
feo. Tú eres un cobarde. Tú no puedes sobrevivir por ti mismo. Tú
eres despreciable, no vales nada. Tú eres malo".
Estas son las voces destructivas que te causan tantos problemas.
Una vez que identificas lo despiadado y despectivo de tu voz interna
reconocerás que la voz de auto-castigo está actuando de manera
desproporcionada respecto a lo que ha ocurrido. Eso te ayudará a
superarla.
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Tu trabajo consiste en hacerte consciente de esa voz y comprender
el sufrimiento que te está causando. A menudo, estas actitudes
hostiles hacia ti mismo suenan muy parecidas a lo que las personas
que te cuidaban te dijeron. Es como si un padre negativo o una
persona importante viviera dentro de tu cabeza. Para poder superar
estos sentimientos destructivos hace falta describirlos y reconocerlos
como ataques que vinieron, originariamente, de otra persona.
Entonces, serás más capaz de combatir con facilidad desde otra voz
dentro de ti (voz sana que, a menudo, surge justo a continuación,
como respuesta a esa voz que nos auto-ataca).
7) Encontrar emociones y necesidades saludables alternativas
1. Identifica los sentimientos saludables y descubre qué te están
diciendo: Si el sentimiento primario es saludable, ya está
identificado. Si no lo es, ese sentimiento primario no saludable
responde, como decíamos, a experiencias pasadas; pero, en parte
(aunque no principalmente), también responde a lo que ocurre en
este momento. Ahora, identifica qué sientes además de esa emoción
no saludable o en respuesta a ella. En el fondo, detrás de tu emoción
dominante actual, encontrarás otra emoción subdominante, una
emoción saludable. Focalízate en ella. Si has sido maltratado
descubres que bajo el miedo o vergüenza que te hace sentir poco
valioso, encuentras un enfado saludable por ser tratado mal, y
tristeza por la pérdida. Siente esas emociones saludables. Identifica
las necesidades de protección y consuelo como respuesta a ser
maltratado. Descubre aquello que te están diciendo los sentimientos
saludables.
2. Identifica tu necesidad o meta: Identifica lo que necesitas.
Identifica tus necesidades no satisfechas más básicas, o tus
preocupaciones o metas primarias. No se trata de un proceso
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intelectual. Es un proceso de sentimiento. Tienes que sentir la
emoción que no es saludable (si existe) y, entonces, sentir que
emerge ese sentimiento saludable que le acompaña.
Así, experimentarás una necesidad sincera. Identifica esas
necesidades: tanto las que no están satisfechas en el sentimiento
que no es saludable, como las necesidades en el sentimiento
saludable y adaptativo. Ambas necesidades o preocupaciones o
metas centrales te pueden ayudar a re-movilizarte. Exprésalas. Son
las que te proporcionan el deseo de vivir y la capacidad para crecer.
Te ayudará a encontrar maneras alternativas de sentir, ser y hacer.
Para ayudarte a esto, pregúntate:
• Te focalizas en la emoción saludable y te preguntas: "¿Qué
necesito?" Deja que la respuesta salga de tu estado emocional.
Acepta “lo que salga”, es lo sincero, no entres en el análisis.
• Si has experienciado un sentimiento no saludable "¿Cuándo
siento lo opuesto del sentimiento que no es saludable?"
"¿Cuándo me siento, por ejemplo, valioso, seguro,
competente?". Encuéntralo y focalízate en ese estado. Siente la
emoción de ese estado alternativo. Este también eres tú.
Entonces, pregúntate otra vez, "¿Qué necesito?".
Una vez has obtenido respuesta a la pregunta “qué necesitas”:
• Revisa si puedes darte lo que necesitas: "¿QUÉ PUEDO HACER
PARA CONTRIBUIR A SATISFACER MIS NECESIDADES?" o
simplemente "¿QUÉ PUEDO HACER PARA AYUDARME?".
• "¿A QUIÉN MÁS PUEDO ACUDIR PARA RECIBIR ALGO DE LO QUE
NECESITO?" "¿Qué puedo hacer para ayudarme?” ¿Qué cosas
necesito que me pueda dar? ¿Puedes afirmarte, consolarte o
cuidarte? La auto-empatía y la compasión por ti mismo son
importantes.
8) Conecta con tu propia fuerza para transformar la emoción
no saludable y los pensamientos destructivos: busca tu voz
Sana.
La identificación y expresión de las necesidades detectadas movilizan
tu tendencia al crecimiento. Ahora estás en posición de cambiar.
Este paso implica emplear la emoción saludable alternativa (paso
7.1) para cambiar la emoción no saludable. Engánchate a la emoción
saludable, siente que entras en contacto con tu propia fuerza, y
déjate llevar por ella. No sirven los argumentos racionales.
Sirvámonos de un ejemplo: Una mujer pudo expresar, por primera
vez, que sentía que no valía nada debido a que había sido despedida
de su empresa tras quince años de duro trabajo. Dijo: "me siento un
fracaso" y lloraba mientras comprendía plenamente el sentimiento
(no saludable). Se dio cuenta de que ese sentimiento provenía de
que su padre le había hecho sentir "tú no sirves para nada" (voz
negativa). Estamos en el paso 6 En ese momento, de repente,
cambió su reacción emocional. Se enfadó (sentimiento saludable del
paso 7.1 que acompaña al no saludable) por haber sido tratada con
tanta injusticia y se puso triste (sentimiento saludable del paso 7.1)
por no haber recibido el apoyo que tanto necesitaba. Identificó su
necesidad: encontrar formas de satisfacer sus necesidades de
reconocimiento, y de sentirse valiosa. Estamos en el paso 7.2.
Expresar esas necesidades le proporcionó un deseo de vivir y crecer,
le puso en contacto con su propia fuerza. Esa era su nueva meta de
supervivencia. Había contactado con una fuente interna de autovaloración
y una voz nueva emergió que decía, "yo valgo, yo
merezco ser valorada". Por supuesto que puede llevar tiempo
conectar con la propia fuerza, de modo que volver a visitar la
emoción puede ser importante.
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Cuando sientes que estás a cargo de la situación (al detectar la
necesidad), y no que eres una víctima, empiezas a cambiar la
imagen que tienes de ti mismo. Esta postura pone el énfasis en tu
"yo" activo, en vez de en tu "mí" destrozado. Hacerte preguntas
como "¿qué necesito?" o ¿qué me falta?", te ayuda a prestar
atención a tu lado más activo.
Por último, a menudo resulta importante la presencia de otras
personas, el apoyo social, y una relación segura en la que te sientas
validado. Recuerda que había otra pregunta: "¿A quién más puedo
acudir para recibir algo de lo que necesito?” Tienes que encontrar
relaciones seguras que te permitan experimentar consuelo y apoyo
emocional, en las que puedas poner en orden tus sentimientos.
Hablar con los demás te ayuda a aclarar qué sentimientos son
saludables y útiles y cuáles son problemáticos y necesitan cambiar.
Cuando los demás son amables contigo y te apoyan, desarrollas la
habilidad de encontrar una voz saludable dentro de ti y de sentir
empatía hacia ti mismo, algo que resulta esencial para tu salud
mental. Si es un problema persistente, habla con un consejero,
terapeuta o coach. Encuentra uno con el que te sientas bien.