El Mito del Eterno Retorno - Mircea Eliade
Mircea Eliade es una autoridad indiscutible en el campo de estudio de las religiones comparadas y de la espiritualidad oriental. El mito del eterno retorno, escrito hace ya más de medio siglo, es considerado un verdadero clásico. En esta particular introducción a la filosofía de la historia, Eliade examina las creencias y concepciones fundamentales de las sociedades arcaicas, que se caracterizan por su rebeldía frente al tiempo concreto y por su nostalgia de un regreso periódico a los mitos de los orígenes. Esta negación de la historia por parte de las sociedades primitivas se expresa por medio de lo que el autor ha llamado "los arquetipos y la repetición". El rechazo de la idea del progreso configura una cierta valoración metafísica de la existencia humana. Eliade se dirige tanto al filósofo como al etnólogo o al orientalista, pero sobre todo al hombre culto no especializado, a fin de llamar la atención sobre las posibilidades espirituales que, aún en un mundo regido en gran parte por la cultura occidental, son sumamente enriquecedoras para el conocimiento y la historia del hombre.
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El eje del “El mito del eterno retorno” es el problema del
sufrimiento. ¿Cómo hacían los primitivos para lidiar con el dolor?
La solución es la negación del tiempo. No existen los
acontecimientos. Solo es humana la experiencia asociada al Ciclo: nacimiento,
vida , muerte, resurrección. Todo lo que importa sucedió ya, no hay novedad,
solo reiteración infinita que nos aleja del miedo a la muerte. Porque a la
muerte le sigue la resurrección.
El dolor- la peste, el terremoto, la guerra- son solo
“errores”, algo se ha hecho mal- un juramento, un rito, la violación de un
tabú- y el cosmos cesa por un instante dando lugar al dolor. De esta manera,
“explicando” el dolor por una violación de la norma- éste adquiere sentido y
renace la esperanza (no violaré en el futuro la norma, y entonces no ocurrirá
nada doloroso)
El judaísmo quiebra esta lógica cíclica, ahistórica y el
fácil expediente de pretender explicar el dolor por el error.
Inaugura la Historia: Moises recibió de Jehová en lugar y
fecha precisas la Tablas de la Ley: la historia tiene un comienzo. Al asumir el
peso de la historia , el judío adquiere un compromiso demasiado fuerte: ya no
cabe la tranquilizadora sucesión de nacimientos y muertes: Hubo UN solo
nacimiento de la Ley y cada muerte es un misterio que debe confrontarse con
Dios. Los acontecimientos se deben explicar en relación a Jehová, el cual
interviene en la vida diaria, castigando la vuelta a los dioses agrarios
primitivos y alentando la fe, como sentimiento personal e intransferible.
Esta lucha permanente con Jehová no es fácilmente soportada
y durante siglos los judíos cayeron en la tentación de volver al politeísmo. La
lucha argumental de los profetas que condenan estas ”recaídas” en lo primitivo
y tranquilizador forman el material y la tensión de la Escritura.
La costumbre, la noción del eterno ciclo como fuerza
esperanzadora y la justificación del dolor por los errores rituales cometidos
se reemplazan en el judaísmo por la fe personal, la noción de la
irreversibilidad de la Historia y la confrontación permanente con Jehová para
explicarse los acontecimientos de esa Historia.
Por último, el mesianismo, la creencia de la llegada de un
Mesías que instaurará la felicidad eterna y terminará con la angustia de la
historia pertenece a una concepción abierta del fin de la historia. Nadie sabe
cuando advendrá finalmente esa felicidad eterna de la manos del Mesías.
Obviamente todas las utopías y socialismos se derivan de la
idea mesiánica. En la medida que se adviertan “señales” de la inminencia de la
llegada del Mesías, mesiánicos y milenaristas, se pondrán en marcha para encabezar
la “revolución”, ese acto supremo en que el sufrimiento de la historia será al
fin superado, y se hará verdad el Reino de Dios en la Tierra.
Nada de lo sucedido en Occidente se explica sin la ruptura
judía del Mito del Ciclo Eterno y su reemplazo por la Historia como sucesión de
acontecimientos únicos, irrepetibles e irreversibles.
Lo central de Eliade es que encuentra exactamente el punto
de ruptura del judaísmo respecto de la concepción a-histórica anterior y su
potencial fundante de una nueva civilización, que en combinación con la
vertiente griega hará posible la modernidad occidental.
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