LA COLOSAL BAALBEK
Las colosales ruinas de Baalbek, Líbano, son motivo de asombro por la capacidad que mostraron sus constructores para cortar y transportar rocas de 1.000 toneladas aprox. y colocarlas con precisión absoluta como plataforma para su templo.
Los orígenes de Baalbek se remontan a un santuario fenicio dedicado al dios Baal (“Baal” = “señor”, además del nombre propio del Dios cananeo). Luego, asirios, persas, griegos y romanos construyeron sus templos sobre esta misma plataforma, que era un lugar sagrado desde mucho antes. En la época romana el lugar era conocido como Heliópolis o Ciudad del Sol.
Lo que más despierta la admiración y el asombro de todos los estudiosos, ha sido la terraza sobre la que se emplaza el Templo de Júpiter. Su origen es anterior a la ocupación romana, aunque no existe un consenso entre los investigadores para establecer quiénes fueron los constructores de tan impresionante estructura.
La gran terraza sobre la que se levantó el templo romano se trata de enormes bloques pétreos, cortados y colocados con enorme precisión a seis metros de altura para lograr una base firme e inamovible de más de 400.000 m2.
Entre ellos están los llamados Trilitones, tres colosales bloques que pesan entre 800 y 1.200 toneladas, y miden 25 m de largo, 8 m de ancho y 5 m de alto.
Fueron trasladados desde la cantera, a 3 Km. de distancia, donde han dejado una inmensa piedra sin terminar llamada Hajar el Gouble (Piedra del sur) o “Hajjar al-Hibla” (Piedra de la mujer embarazada), de aprox. 1.500 toneladas, la mayor piedra de construcción del mundo.
En realidad lo fue hasta el verano de 2014, cuando el equipo del Departamento del Instituto Arqueológico Alemán Oriental realizó excavaciones en la cantera para encontrar nuevos datos acerca de las técnicas de minería y el transporte de los megalitos, y en lugar de eso encontró, debajo de la “Hajjar al-Hibla”, otro bloque de piedra megalítica, incluso más grande que el primero.
El nuevo bloque mide aprox 19,60 x 6 x 5,5m. y pesaría unas 1.650 toneladas. Los arqueólogos concluyeron que el bloque estaba destinado a ser transportado sin cortarse, por lo que se trataría de la piedra más grande conocida de la antigüedad.
Si transportarlos hoy en día sería una ardua y laboriosa tarea (y únicamente utilizando grúas pórtico), saber cómo se hizo tal cosa en la antigüedad es un misterio tan grande como las mismas rocas, con sus inmensos volúmenes, rectas y ángulos perfectos.
Roma construyó el más grande los templos de su imperio en Baalbek, siendo éste el llamado Templo de Júpiter. Resulta difícil explicar por qué lo construyeron aquí y no en Roma, la capital del imperio, o en Atenas, ciudad conquistada cargada con más simbolismo.
Dentro del mismo complejo se encuentran también el Templo de Baco, construido hacia el año 150 d.C. y que se haya bastante bien preservado, con 8 columnas en cada frente y 15 en cada flanco, el Templo circular de Venus, y los restos de un Templo dedicado a Hermes.
Ni los trilitones, ni los otros bloques sobre los que fueron montados muestran ornamentos o grabados con estilo romano que hagan pensar que son de su autoría. Más aún, dichos bloques presentan un mayor grado de erosión lo que induce a que tienen otra antigüedad que las edificaciones que sí han sido identificadas como romanas.
Otro hallazgo que se ha hecho es que, inversamente a la ingeniería convencional, los trilitones no son la base de los cimientos sino que se han colocado encima de 3 capas de piedras de menor tamaño para quedar en la parte superior de la plataforma. Cualquiera que fuera su propósito, las piedras más grandes debían quedar expuestas.
Evidentemente, alguna cultura ancestral que hoy no podemos identificar tenía la tecnología para cortar, trasladar y levantar estas grandes piedras, para colocarlas encima de las demás, con precisión absoluta.
Es pensable que de haber sido una obra romana, ellos mismos se hubiesen ocupado de proclamar como propia semejante aventura arquitectónica sin precedentes y hacérselo saber a todas las generaciones venideras. No obstante, no se han encontrado registros que den prueba que esta megalítica construcción es de su autoría.
Quizás, los romanos, al llegar a Baalbek, maravillados por la colosal plataforma de Baalbek, conociendo su sagrado pasado (para asirios, persas, griegos, fenicios, cananeos), e intuyendo su remoto y misterioso origen, se proponen dejar asimismo su huella haciendo su mejor esfuerzo arquitectónico para estar a la altura de semejante escenario megalítico.
Al estudiar un lugar como Baalbek no se puede dejar de pensar todo lo que desconocemos sobre nuestra propia historia de la civilización. Como es que no tenemos la menor certeza sobre tamaña proeza, y que evidentemente culturas muy anteriores a la nuestra, en la noche de los tiempos, desarrollaron una tecnología en extremo avanzada.
Baalbek sigue siendo una referencia ineludible a la hora de especular sobre civilizaciones avanzadas de hace miles de años y a las cuales la “historia oficial” se niega a reconocer su existencia.
Teoría Alternativa
En 1959, el científico bielorruso Matest M. Agrest, doctor en física y matemáticas por la Universidad de Moscú –y que trabajó hasta el año 1992 en el programa de energía atómica de la extinta Unión Soviética– fue el primer investigador en exponer públicamente que la Tierra fue visitada por seres extraterrestres en la antigüedad. Además aseguró que numerosos enclaves arqueológicos muestran claras evidencias de este enigmático pasado.
Agrest fue el primero en declarar que los actuales cimientos de Baalbek fueron construidos como base de lanzamiento y pista de aterrizaje para los astronautas de la antigüedad con el fin de que los enormes bloques sirvieran para proteger a la población de la radiación producida por las naves. Fue aún más lejos al afirmar que encontró restos del efecto de los cohetes propulsores, conclusión a la que llegó tras descubrir en varios bloques piedra vitrificada que sólo puede crearse generando altas temperaturas.
Agrest es considerado como el primer científico en avanzar la hipótesis de que la Tierra fue visitada en tiempos prehistóricos por inteligencias venidas del espacio exterior; su famoso artículo “Astronautas de la Antigüedad” (Kosmonauty Drevnosty) se publicó en 1961. En sus hipótesis, Agrest le da una gran importancia a la historia bíblica de Enoc, y a la oscura referencia del Génesis que habla de los Nefilim o Nephilim.
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