viernes, 21 de noviembre de 2014

Khalil Gibran

Fragmentos de "El Loco"

Un día dijo el Ojo:

-Más allá de estos valles veo una montaña envuelta en azul velo de niebla. ¿No es hermosa?

El Oído oyó esto, y tras escuchar atentamente otro rato, dijo:-Pero; ¿dónde está esa montaña? No la oigo...

Luego, la Mano habló, y dijo:-En vano trato de sentirla o tocarla; no encuentro ninguna montaña.

Y la Nariz dijo:-No hay ninguna montaña por aquí; no la huelo.

Luego, el Ojo se volvió hacia el otro lado, y los demás sentidos empezaron a murmurar de la extraña alucinación del Ojo. Y decían entre sí: " ¡Algo debe de andar mal en el Ojo!"

Dijo una mata de hierba a una hoja de otoño:

- ¡Al caer haces tanto ruido, que espantas a todos mis sueños invernales!

-Ser de baja cuna y de miserable morada -dijo la hoja, indignada-, ser malhumorado y sin canto: ¡tú no vives en la región alta del aire, y desconoces el sonido del canto!

Luego, la hoja de otoño cayó sobre la tierra, y se durmió. Y al llegar la primavera, la hoja despertó nuevamente, y se convirtió en una mata de hierba.

Y cuando el otoño llegó, y la mata de hierba comenzó a adormecerse con el sueño invernal, las hojas del otoño, meciéndose en el viento, iban cayendo sobre ella.

Entonces se dijo, enojada: "¡Ah, estas hojas de otoño! ¡Cuánto ruido hacen! ¡Espantan a todos mis sueños invernales!"


El Dios Bueno y el Dios Malo se entrevistaron en la cima de la montaña.

-Buenos días, hermano -dijo el Dios Bueno.
El Dios Malo no contestó el saludo.
El Dios Bueno prosiguió: -Estás hoy de mal humor.
-Sí -dijo el Dios Malo-, porque últimamente me confunden contigo, me llaman por tu nombre y me tratan como si fuera tú, y esto me desagrada mucho.
-Pues has de saber que también a mi me han llamado por tu nombre -dijo el Dios Bueno.
Al oir esto, el Dios Malo siguió su camino, y se fue maldiciendo la estupidez de los hombres.

En el jardín de mi padre hay dos jaulas. 

En una está encerrado un león, que los esclavos de mi padre trajeron del desierto de Ninavah; en la otra vive un gorrión que no canta. 

Al amanecer, todos los días, el gorrión le dice al león:

-Buenos días, hermano prisionero.


“Amigo mío... yo no soy lo que parezco.

 Mi aspecto exterior no es sino un traje que llevo puesto; un traje hecho cuidadosamente, que me protege de tus preguntas, y a ti, de mi negligencia.
El "yo" que hay en mí, amigo mío, mora en la casa del silencio, y allí permanecerá para siempre, inadvertido, secreto. 
No quisiera que creyeras en lo que digo ni que confiaras en lo que hago, pues mis palabras no son otra cosa que tus propios pensamientos, hechos sonido, y mis hechos son tus propias esperanzas en acto.Cuando dices: "El viento sopla hacia el Este", digo: "Sí, siempre sopla hacia el Este"; pues no quiero que sepas entonces que mi mente no mora en el viento, sino en el mar.No puedes comprender mis navegantes pensamientos, ni me interesa que los comprendas. 
Prefiero estar a solas en el mar. 
Cuando es de día para tí, amigo mío, es de noche para mí; sin embargo, todavía entonces hablo de la luz del día que danza en las montañas, y de la sombra purpúrea que se abre paso por el valle; pues no puedes oír las canciones de mi oscuridad, ni puedes ver mis alas que se agitan contra las estrellas, y no me interesa que oigas ni que veas lo que pasa en mí; 
prefiero estar a solas con la noche.Cuando tú subes a tu Cielo yo desciendo a mi Infierno. Y aún entonces me llamas a través del golfo infranqueable que nos separa: " ¡Compañero! ¡Camarada!" 
Y te contesto: "¡Compañero! ¡Camarada!, porque no quiero que veas mi Infierno. Las llamas te cegarían, y el humo te ahogaría. 
Y me gusta mi Infierno; lo amo al grado de no dejar que lo visites. 
Prefiero estar solo en mi Infierno.Tu amas la Verdad, la Belleza y lo Justo, y yo, por complacerte, digo que está bien, y finjo amar estas cosas. 
Pero en el fondo de mi corazón me río de tu amor por estas entidades. 
Sin embargo, no te dejo ver mi risa: prefiero reír a solas. 
Amigo mío, eres bueno, discreto y sensato; es más: eres perfecto. 
Y yo, a mi vez, hablo contigo con sensatez y discreción, pero... estoy loco. 
Sólo que enmascaro mi locura. 
Prefiero estar loco, a solas.Amigo mío, tú no eres mi amigo. 
Pero, ¿cómo hacer que lo comprendas? 
Mi senda no es tu senda y, sin embargo, caminamos juntos, tomados de la mano.” 

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