miércoles, 26 de noviembre de 2014

Darse cuenta... 


Darse cuenta significa tomar consciencia de nuestra realidad, presente o no, de nuestro  mundo físico, mental y espiritual.

"Una  piedrecilla que entró en mi zapato, me hizo dar  cuenta que tenía pie.
Una duda que se introdujo en mi frente, me hizo dar  cuenta... que Soy."
Cayetano Arroyo

Nuestros  sentidos y nuestras percepciones nos permiten tomar  contacto, por medio de la experiencia, con lo que acontece  dentro y fuera de nosotros mismos. Nos ayudan a explorar  y a profundizar nuestra capacidad de "darnos cuenta"  del mundo exterior, de nuestro interior y de la realidad  "imaginaria", vinculados todos ellos con el  pasado y el futuro.

"Darse cuenta" es la antesala de cualquier  cambio, más allá de la profundidad del  mismo: es tomar conciencia y es previo a cualquier  proceso de transformación.

John Stevens distingue tres zonas, o tipos, de "darse  cuenta":
1  - "Darse cuenta del mundo exterior":  Esto es, contacto sensorial con los objetos y eventos  en el presente: lo que en este momento veo, palpo,  toco, escucho, degusto o huelo.

2 - "Darse cuenta del  mundo interior": Esto es, contacto  sensorial actual con eventos internos en el presente:  lo que ahora siento desde debajo de mi piel, escozor,  tensiones musculares y movimientos, manifestaciones  físicas de los sentimientos y emociones, sensación  de molestia, agrado, etc...

3 - "Darse cuenta de  la fantasía": Esto incluye  toda la actividad mental que abarca más allá  de lo que transcurre en el presente: todo el explicar,  imaginar, adivinar, pensar, planificar, recordar el  pasado, anticipar el futuro, etc...
Darnos  cuenta del mundo externo e interno engloba todo nuestro  saber acerca de la realidad que es válida para  nosotros. En ella no hay espacio para el juicio o la  crítica de los demás, porque sólo  representa lo que es válido para uno mismo,  que hoy es así y mañana puede cambiar.

Así como ejercitamos los músculos de nuestro  cuerpo para fortalecerlos, prepararlos para sus funciones  y aumentar su eficiencia, podemos también entrenarnos  con distintas rutinas para darnos cuenta. Podemos  aprender a hacerlo de tal modo, que logremos que  ocurra casi a la par de los acontecimientos que vivimos  cotidianamente, es decir, darnos cuenta en el mismo  momento del hecho.

Observar, escuchar, sentir, pero haciéndolo con  atención, nos va educando para ser conscientes  de que somos conscientes; para darnos cuenta que  nos damos cuenta; es ahí donde iniciamos los  procesos de cambio y transformación, ayudándonos  con el sentido común.

La vida misma nos proporciona los recursos que necesitamos  para nuestras experiencias, para que vayamos descubriendo  "los para qué", "los cómo",  "los por qué"; para que encontremos  el sentido de la oportunidad y sepamos cuándo  avanzar o cuando detenernos.
  
Uno  no se ilumina imaginando la luz, sino haciendo consciente  la oscuridad;
un procedimiento bastante trabajoso y por tanto impopular.
Carl Jung 

Darnos  cuenta es ir descubriéndonos; es ir tomando conciencia  de quienes somos en realidad, más allá  de lo que otros digan de nosotros -aunque a veces eso  nos ayude y oriente para vernos tal como somos. Es ir  más allá de los modelos o estereotipos  para poder hacer una conexión directa con nuestro  Ser, con nuestra propia esencia y lograr que  nuestras acciones sean, entonces, su fiel reflejo externo.

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