Darse cuenta...
Darse cuenta significa
tomar consciencia de nuestra realidad,
presente o no, de nuestro mundo físico,
mental y espiritual.
"Una piedrecilla que entró en mi zapato, me hizo
dar cuenta que tenía pie.
Una duda que se introdujo
en mi frente, me hizo dar cuenta... que
Soy."
Cayetano Arroyo
Nuestros sentidos y nuestras percepciones nos
permiten tomar contacto, por medio de
la experiencia, con lo que acontece
dentro y fuera de nosotros mismos. Nos ayudan a explorar y a profundizar nuestra capacidad de
"darnos cuenta" del mundo
exterior, de nuestro interior y de la realidad
"imaginaria", vinculados todos ellos con el pasado y el futuro.
"Darse cuenta"
es la antesala de cualquier cambio, más
allá de la profundidad del mismo: es tomar conciencia y es previo a
cualquier proceso de transformación.
John Stevens distingue
tres zonas, o tipos, de "darse
cuenta":
1 - "Darse
cuenta del mundo exterior": Esto es, contacto sensorial con los objetos y eventos en el presente: lo que en este momento veo,
palpo, toco, escucho, degusto o huelo.
2 - "Darse cuenta del mundo interior": Esto es, contacto sensorial actual con eventos internos en el
presente: lo que ahora siento desde
debajo de mi piel, escozor, tensiones
musculares y movimientos, manifestaciones
físicas de los sentimientos y emociones, sensación de molestia, agrado, etc...
3 - "Darse cuenta de la fantasía": Esto incluye toda la actividad mental que abarca más
allá de lo que transcurre en el
presente: todo el explicar, imaginar,
adivinar, pensar, planificar, recordar el
pasado, anticipar el futuro, etc...
Darnos cuenta del mundo externo e interno engloba
todo nuestro saber acerca de la
realidad que es válida para nosotros.
En ella no hay espacio para el juicio o la
crítica de los demás, porque sólo representa lo que es válido para uno mismo, que hoy es así y mañana puede cambiar.
Así como ejercitamos los
músculos de nuestro cuerpo para
fortalecerlos, prepararlos para sus funciones
y aumentar su eficiencia, podemos también entrenarnos con distintas rutinas para darnos cuenta. Podemos aprender
a hacerlo de tal modo, que logremos que
ocurra casi a la par de los acontecimientos que vivimos cotidianamente, es decir, darnos cuenta en el mismo momento del hecho.
Observar, escuchar,
sentir, pero haciéndolo con atención,
nos va educando para ser
conscientes de que somos conscientes;
para darnos cuenta que nos damos
cuenta; es ahí donde iniciamos los
procesos de cambio y transformación, ayudándonos con el sentido común.
La vida misma nos
proporciona los recursos que necesitamos
para nuestras experiencias, para que vayamos descubriendo "los
para qué", "los cómo",
"los por qué"; para que encontremos el sentido de la oportunidad y sepamos
cuándo avanzar o cuando detenernos.
Uno no se ilumina imaginando la luz, sino
haciendo consciente la oscuridad;
un procedimiento bastante
trabajoso y por tanto impopular.
Carl Jung
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