¡El tiempo pasa cada vez más rápido!
¿Cómo evitarlo?
Cuanto más mayor te haces, más rápido pasa el tiempo. La idea descoloca a cualquiera, probablemente debido a lo abstracto
que resulta. Pero ¿por qué ocurre?
Hay diferentes teorías sobre por qué nuestra percepción del
tiempo varía conforme envejecemos. Para empezar, percibimos el tiempo de manera
relativa, y eso significa que el paso de una hora cuando tenemos 5 años es muy
diferente a cuando tenemos 55, hay una causa, bastante sencilla, que lo resume
bien: cuanto más vivimos más experiencia acumulamos
y más trivial parece el presente. Un niño, no ha vivido muchos años, así que un año representa un porcentaje enorme de toda tu
experiencia vital. Para un adulto, en cambio, ha experimentado muchos
más años así que un año se siente y percibe como algo más pequeño.
Este gráfico, elaborado por Maximilian Kiener ahonda en ese
razonamiento. Cuanto más vivimos, un año supone un porcentaje cada vez menor de
nuestra vida. Esa tendencia, curiosamente, se allana cuando llegamos a la
treintena, la edad que muchas culturas definen como “madurez”, así llegamos al
concepto relativo del tiempo.
El gráfico establece también curiosas correlaciones con
otros conceptos como la economía: cuanto más dinero hay en el mercado, más
insignificante es su valor (la inflación), o cuanto más abundante es un
material o bien, más decrece su valor.
Aunque el proceso psicológico
que hay detrás es lo suficientemente complejo como para atribuírselo únicamente
a los números, hay también algunas proporciones curiosas, por ejemplo: esperar
24 días a que llegue la Navidad a los 54 años equivale a esperar todo un año
cuanto tienes 5.
Eso implica entre otras cosas
que una persona que viva 100 años, la mitad de su vida “percibida” ocurre entre
el nacimiento y los 7 años.
El tema principal es que
vivimos menos experiencias nuevas.
Cuanto más
mayores nos hacemos, más mundo vemos, comenzamos a desarrollar una rutina, todo
se hace más familiar. Los días comienzan a parecer más similares entre sí y el
tiempo vuela.
El psicólogo
William James explicó que, comparado con la infancia, un adulto tiene menos
experiencias y además menos memorables. A menudo medimos el tiempo según las
“primeras veces”: nuestro primer día de escuela, nuestro primer beso, nuestra
primera casa, nuestro primer hijo... cuando se nos acaban los “primeros”, James
afirma que “los días y las semanas se suavizan, los años se vuelven más huecos
y sin sentido”.
Cuando
revisamos con detalle nuestros recuerdos, eso sí, el momento parece durar más.
Esto es lo que el neurocientífico David Eagleman dice al respecto:
“Esto
explica por qué pensamos que el tiempo se acelera conforme envejecemos”
Eagleman afirma en relación a cómo los veranos de la infancia parecen eternos
mientras que los de la edad adulta pasan en un suspiro. Cuanto más nos
familiarizamos con el mundo que nos rodea, menos información necesita
“escribir” tu cerebro y más tiempo parece pasar. El tiempo es algo elástico,
gomoso, se estira cuando tu cerebro necesita invertir recursos en ello pero
cuando piensa “Oh, sin problema, esto ya me lo sé, lo tengo controlado”,
entonces se encoge.
Así que
cuando nos quedamos atrapados en el temido modo de piloto automático, en
realidad simplemente pasamos el tiempo a lo largo de los días sin retener
información de lo que nos rodea. Es como cuando tienes un viaje realmente largo
hasta el trabajo, a veces puede que conduzcas o viajes en tren durante un largo
periodo de tiempo sin que luego tengas un recuerdo real de todo lo que ha
sucedido en tu camino hasta allí.
El estrés y la
“presión temporal” aceleran el paso del tiempo.
En un
estudio publicado en Ammons Scientific, los investigadores preguntaron a los
sujetos cómo de rápido sentían que el tiempo estaba pesando, desde “muy rápido”
a “muy lento”. También les pidieron que calificasen la precisión con que
sentían que estaban describiendo ese paso del tiempo. Y la cuestión es que,
resumiendo, encontraron que la mayoría de sujetos que describían que el tiempo
pasaba muy rápido era porque tenían mucho que hacer pero no demasiado tiempo
para completarlo.
Los
investigadores llamaron a esto “presión temporal” y va de la mano del el
estrés. Tiene sentido considerando el resto de teorías, de hecho. Cuanto más
estresados estamos, es menos probable que estemos centrados y enfocados en
vivir el momento presente, simplemente intentamos que el día pase lo antes
posible. Y cuando lo hacemos, no tenemos el tiempo necesario ni la capacidad
para memorizar lo que nos rodea y construir recuerdos detallados en nuestra
memoria. Nuestra percepción del tiempo, por tanto, parece volar.
Deberíamos
intentar enfocarnos en el momento presente
Si la teoría
es que experimentamos el tiempo en relación a los años que hemos vivido, tiene
sentido entonces que un modo de evitarlo sea comparar el momento presente
contra todo lo que hemos vivido hasta ese momento.
En otras
palabras: vive el momento presente. Cuando te centras en el presente, estás
pensando en términos absolutos, no relativos, con respecto al tiempo. Hay
algunas maneras de conseguir esto.
La
meditación, ayuda a relajar y enfocar en el momento presente (viene además
respaldada por toda una serie de beneficios médicos y mentales). No se necesita
ser espiritual o religioso para meditar. Es tan simple como encontrar un lugar
calmado, contar hasta 10 y concentrarte en tu respiración. Se puede meditar mientras se hacen tareas
además.
Enfocarte en
el momento presente es una manera de estar más enfocado, más despierto. implica
estar más presente en el momento y más consciente y pendiente de tus
pensamientos, acciones y sentimientos.
Aparte de la
meditación, hay otras formas efectivas de “vivir el momento presente”, según
Melanie Pinola:
Una manera muy simple de empezar es activar determinados actos
reflejos y señales que nos devuelvan
al presente cuando nuestra mente, inevitablemente, comienza a perderse y vagar
durante el día. Por ejemplo, mientras estés comiendo, recuerda saborear cada
porción de comida que te llevas a la boca. En el trabajo, puedes programar una
alerta cada hora o cualquier otro
tipo de alerta que te permita pausar y enfocarte en ese momento. Pausar
mínimamente antes de responder a alguien ayuda a ser más consciente del momento
y de las relaciones interpersonales. Prácticas simples, como apreciar mejor la
vida y simplemente dejar los pensamientos estereotipados ir.
Se tiende a
estar más “presente” cuando se está de vacaciones. La misma idea de estar de
vacaciones es sobre vivir más en el momento: se deja atrás el estrés y
preocupaciones y uno se enfoca en relajarse, explorar y disfrutar del momento
de vida.
Alejarte de tu zona de confort puede marcar por completo la
diferencia. Si James está en lo cierto y el tiempo parece volar porque cada vez
tenemos menos “primeras veces”, la mejor manera de combatirlo es añadir
novedades y cosas nuevas a nuestra vida. Continuar aprendiendo. Cuando se tiene experiencias nuevas,
se aprende mucho sobre lo que te rodea, así que naturalmente, se evoluciona con
ello. Los cambios pueden suponer una gran diferencia en cómo percibimos el
tiempo. Piensa cuando tenías 5, 10 o 20 años. Dependiendo de tu edad, es
posible que te parezca que fue hace siglos. Has crecido y evolucionado mucho
desde entonces, probablemente la razón por la que te parece que pasó hace tanto
tiempo.
Cuando se está
aprendiendo constantemente, leyendo acerca de nuevas cosas, probando nuevas
habilidades y practicando idiomas se está, en cierto sentido, experimentando
cosas nuevas. Ese aire a novedad ayuda a exprimir más el tiempo, evitando la
sensación de que “vuela”.
Nuestra percepción del tiempo
es un tema fascinante. Aunque es probablemente imposible “ralentizarlo” de modo
que lo percibamos como lo percibe un niño de 5 años, pero al menos hay cosas
que podemos hacer para evitar esa sensación de que, como dicen, la días
“vuelan”.
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