miércoles, 3 de septiembre de 2014

Los trabajos de Hércules 

Maestro Tibetano Djwhal Khul - Alice A. Bailey


Trabajo 9 

Matando las Aves de Estinfale 

Sagitario


  El Mito

   Dentro del lugar de paz permanecía el Maestro, y habló a Hércules. "Oh, hijo de Dios que eres también un hijo de hombre”, dijo el Maestro, "ha llegado el tiempo de hollar otro camino. Tú te hallas ante el noveno Portal. Pasa por él y encuentra el pantano de Estinfale donde moran los pájaros que hacen estragos. Descubre, luego, el camino para hacerlos volar de su por mucho tiempo, segura morada". 
    Él se detuvo un momento. "La llama que brilla más allá de la mente revela la dirección segura”, agregó. "La tarea aguarda. Tú debes pasar ahora a través del noveno Portal". 
Hacia adelante, entonces, marchó Hércules, el hijo del hombre que era también el hijo de Dios. 
Buscó por mucho tiempo hasta que llegó a Estinfale. Ante él se tendía el fétido pantano. Una multitud de pájaros graznaban roncamente, un coro amenazador y disonante, a medida que él se acercaba. 
Mirando más de cerca vio los pájaros. Grandes y feroces y horribles eran. Cada uno tenía un pico de hierro, afilado como una espada. Las plumas también parecían como dardos de acero, y si caían, podrían partir en dos la cabeza de los fatigados viajeros. Sus garras igualaban a sus picos en agudeza y fuerza. 
Tres pájaros, percibiendo a Hércules, se precipitaron sobre él. Él se mantuvo en su lugar, y paró los ataques con la pesada maza que sostenía. A un pájaro lo golpeó resonantemente sobre el lomo; dos plumas cayeron verticalmente al suelo y temblaron mientras se hundían en la floja tierra. Finalmente los pájaros se retiraron. 
Hércules permanecía delante del pantano, y reflexionaba en cómo podría realizar la tarea asignada, cómo liberar al lugar de estas aves de rapiña. 
Buscó muchos medios para encontrar una manera de lograrlo. Al principio trató de matarlos con un carcaj lleno de flechas. Los pocos que mató no eran sino una fracción de los muchos que quedaban. Se elevaban en nubes tan espesas que ocultaban el sol. 
Pensó en colocar trampas dentro del pantano. Ni barca ni pies humanos podían atravesar la ciénaga. 
Hércules se detuvo. Recordó entonces las palabras de consejo que se le habían dado. "La llama que brilla más allá de la mente revela la dirección segura". Reflexionando por un largo tiempo, se le ocurrió un método. 
Él tenía dos címbalos, grandes y broncíneos, que emitían un agudo sonido sobrenatural; un sonido tan penetrante y desagradable que podía asustar a los muertos. Para el mismo Hércules el sonido era tan intolerable, que se tapó ambos oídos con almohadillas. 
A la hora del crepúsculo cuando la ciénaga estuvo repleta de innumerables pájaros. Hércules regresó. Golpeó, entonces, los platillos bruscamente una y otra vez. Un estruendo y un ruido tan estridente sobrevino entonces que él mismo apenas podía soportarlo. Tal disonancia agresora de los oídos no se había oído antes en Estinfale. 
Aturdidos y perturbados por tan monstruoso ruido, las aves de presa se elevaron en el aire con las broncíneas alas aleteando salvajemente y chillando con ronco desaliento. Completamente perturbada, la vasta nube de pájaros huyó con frenética prisa, para nunca regresar. El silencio se difundió a través del pantano. Las horribles aves habían desaparecido. Se vio el delicado fulgor del sol poniente, mientras éste vacilaba en el paisaje que se iba oscureciendo. 
Cuando Hércules regresó, el Maestro le saludó: "Las aves de rapiña han sido ahuyentadas. El trabajo está cumplido".



Los Detalles de la Historia

   Leemos que las ciénagas de Arcadía estaban llenas de aves devoradoras de hombres, descriptas en libros antiguos como feroces cigüeñas, las aves de Estinfale. Ascendían a tres; tres pájaros más grandes, pero había muchos pequeños. Estaban devastando la región, pero no podrían ser vistos; estaban ocultos en el matorral, en la maleza, haciendo daño, pero no podían ser localizados. 
Como de costumbre, Hércules se precipita hacia la tierra de Arcadia y toma la determinación de librar a la región de estas aves devoradoras de hombres. 
El se había liberado de la ilusión y Atenea le había dado algunos címbalos que él golpeó tan ruidosamente que los pájaros se elevaron del pantano en el aire y trataron de escapar; entonces él montó en su caballo alado y les disparó con sus flechas. Es una historia maravillosa. 
Los pantanos son un símbolo de la mente con la añadidura de la emoción. Hércules descubre que aunque él pueda ser un aspirante y pueda haber triunfado en Escorpio, posee aún una naturaleza emocional, y encuentra que los pájaros de Estinfale, especialmente tres de ellos, son de una clase de devoradores de hombres y que él debe hacer algo acerca de eso. 
Para describir su reacción, el descubrimiento del vencedor es que él es una fuerza devastadora, que con sus palabras y pensamientos está haciendo daño. Recuerda esto, mientras más lejos transites a lo largo del sendero del regreso, y mientras funciones más como una entidad espiritual, más poderoso te volverás y más daño puedes hacer. Tú eres potente, estás esgrimiendo el poder, eres probablemente el centro de tu grupo. Si tú eres un aspirante, si eres un discípulo, la actividad del pensamiento y el lenguaje son tu principal actividad. Tú consideras tus pensamientos porque hay una fuerza detrás de tu pensamiento, y cuando piensas erróneamente, el daño que haces es mucho más poderoso que el daño que hace una persona menos evolucionada. 
Nosotros debemos lograr que los pájaros salgan de la ciénaga al aire puro donde podemos verlos y vencerlos. 
Los pájaros que más daño hacían eran tres. En un libro están enumerados; la murmuración cruel; la plática del yo, la conversación egoísta; y arrojar margaritas a los cerdos. ¿Qué significa eso? 
Se ha dicho que la murmuración es "el asesinato espiritual". ¿Necesito discutir la murmuración cruel cómo las vidas han sido arruinadas por ella? Hay una ley inquebrantable, si tú murmuras se murmurará de ti. Conseguimos lo que damos. Si tú das servicio, conseguirás servicio; si bondad, bondad; si amor, amor. Si la humanidad te maltrata, indágate a ti mismo y descubre en qué estás equivocado. Una escritura antigua dice, que toda enemistad cesa para aquel que es inofensivo. Yo sé que cuando logre la inofensividad en el pensamiento, palabra y obra, entonces no tendré problemas. El hecho de que tengamos problemas presupone nuestra ofensividad. 
Hablando acerca de uno mismo, estamos ocupados siempre con nuestros propios problemas, nuestros propios asuntos. Arrojar margaritas a los cer­dos: hablar acerca de inquietudes ocultas para la cuales no están preparados los oyentes. Si tú eres un discípulo sabrás a qué me refiero. 
El problema está claro: yo soy un sagitariano y tú también. Estamos viviendo con el emblema de Sagitario frente a nosotros todo el tiempo. Estamos tratando de traer armonía a nuestras vidas, tratando de dirigir la vida al "altar”, buscando hacer contacto con la serpiente de la sabiduría. Empieza con el pensamiento y la palabra, y empieza hoy.

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