Los trabajos de Hércules
Maestro Tibetano Djwhal Khul - Alice A. Bailey
Trabajo 12
Captura de la Roja Manada de Gerión
Piscis
El Mito
Dentro de la sagrada Cámara del Concilio, el
Gran Presidente reveló al Maestro la Voluntad de Lo Que Debe Ser.
"Él está perdido, y encontrado;
está muerto, no obstante vibrante de Vida. El servidor se vuelve el salvador, y
regresa al hogar".
El Maestro reflexionó; luego requirió a
Hércules. "Tú estás ahora delante del último Portal", dijo el
Maestro. "Un trabajo resta todavía antes de que el círculo se complete y
sea alcanzada la liberación. Marcha hacia ese oscuro lugar llamado Eritia donde
la Gran Ilusión está entronizada: donde Gerión, el monstruo de tres cabezas,
tres cuerpos y seis manos, es señor y rey. Ilegalmente él retiene una manada de
Bueyes rojizos. Desde Eritia hasta nuestra Ciudad Sagrada tú debes conducir
esta manada. Cuidado con Euritión, el pastor, y su perro de dos cabezas,
Ortro". Hizo una pausa. "Puedo hacerte una advertencia”, agregó
lentamente. "Invoca la ayuda de Helios”.
El hijo del hombre que era, también hijo de Dios
partió a través del Duodécimo Portal. Iba en busca de Gerión.
Dentro de un templo, Hércules hizo ofrendas a
Helios, el dios del fuego en el sol. Meditó durante siete días, y entonces le
fue concedido un favor. Un cáliz de oro cayó al suelo ante sus pies. Él supo
dentro suyo que este brillante objeto le permitiría cruzar los mares para
llegar a la región de Eritia.
Y así fue. Dentro de la segura protección del
cáliz de oro, navegó a través de agitados mares hasta que llegó a Eritia.
Hércules desembarcó en una playa de ese lejano país.
No mucho después llegó a la pradera donde la
rojiza manada pastaba. Era cuidada por el pastor Euritión y por Ortro, el perro
de dos cabezas.
Cuando Hércules se aproximó, el perro se adelantó
veloz como una flecha hacia su blanco. Sobre el visitante el animal se
abalanzó, gruñendo malignamente, dando feroces dentelladas con sus colmillos al
descubierto. Con un golpe decisivo Hércules derribó al monstruo.
Entonces Euritión, temeroso del bravo guerrero
que estaba delante suyo, le suplicó que le perdonara la vida. Hércules le
concedió su ruego. Conduciendo a la manda rojiza delante de él, Hércules volvió
su rostro hacia la Ciudad Santa.
No había ido muy lejos cuando percibió una
distante nube de polvo que rápidamente se agrandaba. Suponiendo que el monstruo
Gerión venía en furiosa persecución, se volvió para enfrentarse al enemigo.
Pronto Gerión y Hércules estaban frente a frente. Soplando fuego y llamas por
sus tres cabezas a la vez, el monstruo se encontró con él.
Gerión arrojo a Hércules una lanza que casi dio
en el blanco. Haciéndose ágilmente a un lado, Hércules esquivó el dardo mortal.
Tendiendo tenso su arco, Hércules disparó una
flecha que parecía incendiar el aire cuando la soltó, y golpeó al monstruo de
lleno en su costado. Con tan gran ímpetu había sido disparada la flecha, que
los tres cuerpos del feroz Gerión fueron atravesados. Con un agudo,
desesperante gemido, el monstruo se inclinó, después cayó, para no levantarse
nunca más.
Hacia la Ciudad santa, entonces, Hércules
condujo al ganado colorado. Difícil fue la tarea. Muchas veces algún buey se
extraviaba, y Hércules tenía que dejar a la manda para ir en busca de los
errantes vagabundos.
Condujo su manada a través de los Alpes y hacia
Italia. Por dondequiera que la injusticia hubiera triunfado, él asestaba un
golpe mortal a los poderes del mal, y enderezaba la balanza a favor de la
justicia. Cuando Erix el luchador, lo desafió, Hércules lo derribó tan
violentamente que allí quedó. Asimismo cuando el gigante Alcione arrojó a
Hércules una roca que pesaba una tonelada, éste la detuvo con su clava, y la
lanzó de nuevo para matar a aquél que se la había enviado.
A veces se desorientaba, pero siempre Hércules
regresaba, desandaba sus pasos, y proseguía su camino. Aunque fatigado por este
exigente trabajo, Hércules finalmente regresó. El Maestro esperaba su llegada.
"Bienvenido, Oh, Hijo de Dios quien es
también hijo del hombre”, saludó así al guerrero que regresaba, "La joya
de la inmortalidad es tuya. Con estos doce trabajos tú has superado lo humano,
y ganado lo divino. Has llegado al hogar, para no dejarlo más. En el firmamento
estrellado será inscrito tu nombre, un símbolo para los luchadores hijos de los
hombres, de su destino inmortal. Terminados los trabajos humanos, tus tareas
cósmicas empiezan".
Desde la Cámara del Concilio llegó una voz que
decía, "bien hecho, Oh, Hijo de Dios".
F.M.Interpretación de la Historia
Hay diversas variaciones del mito concerniente
al trabajo de Hércules en el signo de Piscis. Se nos dice que había una isla
donde vivía un monstruo humano llamado Gerión con un cuerpo de tres hombres
unidos. Él tenía una manada de ganado rojo, guardada por un pastor y un perro
de dos cabezas. Hércules recibió órdenes (Piscis es el signo de la obediencia)
de traer estos animales desde la isla, a través de la tierra y el agua a la
Ciudad Sagrada.
Hércules navegó hacia la isla en una copa de oro
y cuando llegó allí trepó a la cima de una montaña y pasó la noche orando.
Luego mató al perro de dos cabezas pero no mató al pastor. Mató también al
dueño del ganado colorado. Aquí está la parte hermosa de la historia: Hércules
colocó a todo el ganado en la copa de oro, en la que había navegado hasta la
isla, lo llevó a la Ciudad Sagrada, y lo ofreció en sacrificio a Atenea, la
Diosa de la Sabiduría. Esta Ciudad Sagrada constaba de dos villas conectadas
por un maravilloso muro y una entrada llamada la Puerta del León. Después que
el ganado fue entregado, el trabajo de Hércules había terminado. No oímos más
acerca de él, pero él puede haberse dirigido hacia un trabajo cósmico mayor.
Pensemos en Hércules como en un salvador del
mundo. Ha tenido una visión de algo que tiene que hacer. Ve a la humanidad
poseída por un monstruo, un hombre de tres cuerpos, el símbolo de un ser humano
con sus cuerpos, mental, emocional y físicos unidos. Yo pienso que este trabajo
aún no ha sido completado; esta realización está por delante. Ha habido otro
hijo de los hombres, sacado de la familia humana de tiempo en tiempo, uno aquí,
uno allá, un grupo aquí, otro allá, como cuando Buda estuvo en la tierra y se
dice que salvó a novecientos. Ahora la humanidad, el monstruo humano, está
lista para la salvación, y el verdadero trabajo del Salvador del Mundo puede
empezar en conjunto, con el concepto de grupo sustentando el trabajo, más bien
que una salvadora alma individual.
El
simbolismo del ganado colorado es evidentemente el de los deseos inferiores,
siendo siempre el deseo una característica sobresaliente de la humanidad. Ellos
están cuidados por un pastor, que es la mente, el perro de dos cabezas
representando el aspecto materia y la naturaleza física. Ustedes ven por qué
Hércules se compadeció del pastor. La mente puede no solamente ser el pastor
del ganado, sino también el perro de dos cabezas, la naturaleza psíquico‑emocional
y el aspecto materia, que Hércules mató, que significa que estaban desprovistos
de todo poder. El pastor aún tenía poder y yo no puedo concebir ningún tiempo
en el cual un ser humano encarnado, no necesite usar la mente como el
intérprete de la energía espiritual.
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