miércoles, 3 de septiembre de 2014

Visualizaciones de energías de Signos Zodiacales - Casa XI


Aries

… Vean ante ustedes un cielo muy oscuro, cargado de nubes densas, plomizas. El sol no puede mostrarse, solo hay colores grises, morados y hay mucho viento.
Debajo de ese cielo encapotado, oprimente, está el mar. El mar también aparece gris. Sus olas son inmensas. Densas y rompen con estruendo, con mucha espuma. Traten de sentir el viento, el olor al mar salado, traten de sentir la frescura, la humedad del mar que llega hasta ustedes,  el fragor de las olas. El peso de ese panorama tan cargado.
Y ahora vean como, de pronto, una nube se entreabre y un rayo de sol perfora el cielo. Es una luz muy dorada que llega hasta el mar. Penetra en el mar y vean como va hacia el fondo, como llega hasta el fondo del mar y allí algo se despierta. Algo se activa. Es un torbellino de fuego que comienza a ascender desde el fondo del mar buscando la superficie; vean como este torbellino irrumpe entre las olas haciendo aparecer ante ustedes un enorme CARNERO DE LUZ Y DE FUEGO que salta entre las olas con gran potencia buscando la playa. El cielo se abre y el sol comienza a brillar.
            Vean el carnero lanzarse hacia la arena dorada de la playa. Ahora todo es luz. El carnero corre, cada vez a mayor velocidad. Vean ahora de cerca de ese carnero hecho de luz radiante, perciban su potencia, su fuerza. Cuando corre, no mira hacia delante; embiste, con la cabeza gacha. Noten que conserva aún algas enroscadas en forma de espiral, en sus patas y en sus cuernos, y que trata de desembarazarse de ellas. Acérquense más al carnero de luz, más y más…
            Ahora, ustedes van a entrar en él… Ya son el carnero de luz. Sientan como su cuerpo es luz, sientan su potencia, la fuerza y poder que tienen sus músculos. Sientan como sus patas golpean la arena; vean pasar la arena ante sus ojos. Es lo único que ven, no les interesa ver otra cosa. Solo quieren sentir su fuerza, la enorme energía que lo inunda.
            Ustedes son de fuego, solo les interesa sentir esa energía, correr y correr, siempre hacia delante. Ustedes son potencia, fuego, luz. Ustedes SON…

Tauro

… Visualicen otra vez el carnero de luz y de fuego viéndolo correr con sus enormes cuernos. Registren otra vez la potencia, la furia, la fuerza pero vean que algo está sucediendo. La luz se está apagando, el carnero está cansado, la energía se termina. Vean eso y vean como el carnero busca alimento, necesita alimento. Al buscarlo, vean como aparece un gran prado. Traten de registrar la totalidad del paisaje en el cual está ahora el carnero.
            Traten de registrar el pasto, muy verde y muy fresco. Sientan los olores, los perfumes de la pradera. Vean los colores en las flores. Huelan su fragancia. Sientan la brisa en el cuerpo. Escuchen el murmullo del agua que corre por un arroyo, escuchen cantos de pájaros y vean grandes árboles con frutos, hojas muy verdes y un cielo muy azul.
            En ese prado, el carnero cansado comienza a comer. Se alimenta. Y al hacerlo, SE TRANSFORMA. Vean como la luz del carnero va siendo recubierta por materia, como se oscurece y se transforma en una gran masa negra que crece, crece. Y como esa gran masa negra se convierte en un GIGANTESCO TORO. Véanlo con sus cuernos muy blancos, pastando tranquilo en ese paisaje.
            Acérquense más al toro, vean sus músculos, vean la masa de carne quieta pero potente, alimentándose, observando. Acérquense aún más al toro y sin miedo, tóquenlo. Sientan el contacto con el cuerpo del toro, abracen ese cuerpo inmenso. Sientan que está lleno de vida, de fuerza.
            Ahora, ustedes van a entrar en ese toro. Ustedes SON un toro. Una inmensa mole negra de cuernos blancos. Sientan todo el peso de su cuerpo. Sientan como se apoyan en las patas y como estas descansan cómodamente en la Tierra; sientan el olor de la hierba y saboréenla. Ustedes comen, comen continuamente. Sientan que se llenan de energía y sientan toda la vida que hay en el cuerpo de ustedes. En ese inmenso cuerpo, sientan la vibración del cuerpo del toro, lleno de vida y miren el mundo con los ojos del toro, atentos pero en calma y vean otra vez los árboles y sientan que la misma vida, que está adentro de mi cuerpo, está palpitando en los árboles. La misma sangre que corre por ustedes, está en los pajaros.
            Y miren el mundo con los ojos del toro. Allí afuera hay vida. Solo vida que palpita, que late, y es la misma vida que hay adentro. Sientan el cuerpo de ustedes y el cuerpo de todos lo seres que están afuera. Es una sola vida. Ustedes observan, perciben, la vida adentro y afuera…
            … Esta es la imagen para el signo de Tauro

Géminis

…Vean nuevamente al toro, ese toro negro y gigantesco, de cuernos blancos. Está quieto, pastando en la pradera bajo el cielo azul. Sientan los perfumes, la brisa, los sonidos que hay allí.
            Vean que el toro ha seguido creciendo, aumentando y se ha hecho enorme, poderoso. Sigue creciendo desmesuradamente, cada vez más. Ahora comienza a bramar, escúchenlo, sientan su potencia.
            El toro se está agitando, vean sus movimientos. Brama poderosamente, hay algo de él que pugna por salir. El interior de su cuerpo se mueve y vean que por su boca, entre los bramidos, comienza a salir UN HUEVO muy blanco.
            El huevo cae al suelo y se rompe. Ahora, de pronto, todo ha desaparecido. Solo queda ese huevo roto en dos mitades, suspendido en el espacio. Vean lo que hay dentro de él: es un niño, UN BEBE un hermoso bebe que sale de los fragmentos del huevo.
            El huevo está muy contento, sonríe; está suspendido en el espacio y ha comenzado a jugar. Ha buscado entre los fragmentos del huevo y encontró cubos. Comienza a jugar con ellos. Arma construcciones muy complicadas, mira atentamente lo que hace, construye. Y de pronto, con su manita derriba todo y se rie; y otra vez empieza a reunir los cubos dándoles otra forma, la que también deribará, siempre riéndose.
            Acérquense más al bebé, registren sus movimientos, su sonrisa, su alegría. Se divierte inocentemente, juega con todas las posibilidades. Ustedes van a entrar ahora con ese bebé. Ustedes SON el bebé. Siéntanse flotando en el espacio, rodeados de estrellas maravillosas, cerca del sol.
            Ante ustedes hay cubos blancos y negros desparramados en todas las direcciones: mirenlos con infinita inocencia, como los ve un bebé. Quieren conocerlos, empiecen a reunirlos, mírenlos. Dejen  que su atención quede atrapada por los cubos y comiencen a combinarlos. No hay ninguna forma en particular que éstos deban tomar, solo hay que combinarlos.
            Una vez que han armado algo, tienen gans de comenzar de nuevo- sientan la alegría de derribar los cubos, la risa que les nace, las ganas de moverse tomando los cubos que quedan alrededor de ustedes. Búsquenlos por todas partes, también los que quieren escapar. Allí están todas las posibilidades, no hay l´mite: solo se trata de jugar. Piensen que no hay diferentes. Nunca habrá una forma definitiva, son los cubos blancos y negros en distintos órdenes, nada más que esto.
            Sientan la alegría dentro de sí, no hay preocupación alguna, solo hay juego. Sólo jugar, sin límites, sin tiempo, jugar con todas las posibilidades... bajo las estrellas... suspendidos en el espacio, cerca del Sol...
  

Cáncer

... Vean nuevamente al bebé jugando en el espacio, con los cubos blancos y negros. Vean su sonrisa, su alegría, su inocencia. Ahora está armando algo más definido, algo que va tomando forma. Es un esfera, una esfera azul. Y esa esfera es la Tierra.
            Nos vamos acercando al planeta Tierra, lo vemos en el espacio rodeado de estrellas, entre el color azul del Cielo y la blancura de las nubes. Comenzamos a distinguir los continentes, nos acercamos cada vez más, estamos encontrándonos con la Tierra.
            Vamos a llegar a un lugar, donde es de noche. En el cielo hay luna creciente, pero todo es oscuridad; estamos en una selva, en la jungla. Podemos escuchar , percibir los movimientos que hay en ella y en esa noche. No podemos ver, sólo hay sombras. Pero escuchamos ruidos, movimientos de animales. Percibimos toda la vitalidad de la selva en medio de la noche y la oscuridad. Es una vitalidad llena de peligros, de amenazas, allí reina lo desconocido.
            Nos vamos acercando más y vemos un claro en la selva. Donde se levanta la construcción de una pequeña aldea. En ella hay luz y un fuego encendido. Está rodeada por una empalizadacon un puente levadizo y alrededor hay un foso. Guardias muy armados defienden la aldea, a la que nos vamos a acercar.
            Pasamos por el puente, sobre el foso, porque los guardias nos permiten entrar, y cruzamos la empalizada. Vemos las casas, las chozas  de la aldea. Podemos sentir voces, risas, olor a comida, movimientos de chicos, el calor del fuego. Vamos pasando entre las casas, miramos en su interior.
            Nos dirigimos hacia el centro de la aldea: allí está toda la gente reunida, sentada alrededor de un gran fuego que se levanta en el centro. Hay un estandarte y todos lo rodean: hombres, mujeres, ancianos, niños. Todos conversan, se cuentan cosas, comparten la comida que se está cocinando sobre ese fuego, en ese calor. Todos están juntos y se conocen, sentimos que todos confían el uno en el otro. Hay madres con sus niños, amamantándolos, cuidándolos, porque allí están todos protegidos.
            Acerquémonos al fuego y a esa gente, veámosla de cerca: los conocemo, somos uno de ellos.
            Entren ahora en el cuerpo de uno de los miembros de la aldea. Son un aldeano de ese lugar. Sientan que pertenecen a ese lugar. Están protegidos por los guardias, la empalizada y aman el calor de ese fuego. Les gusta compartir la comida con esos seres queridos; todos estos seres son conocidos,  han compartido tantas cosas juntos!
            Escuchen como se relatan historias antiguas, de la tradición de la aldea; ustedes también las conocen y les gusta repetirlas y volverlas a escuchar. Sientan la tibieza del fuego, la confianza de estar allí, la protección que tienen; nada les puede suceder. Están rodeados por lo conocido, envueltos en él.
            Pero sientan también que más allá de esa gente a la que pertenecen, y más allá de la empalizada, está la noche y la selva con sus peligros. Sientan que no quieren entrar en esa selva, sientan el temor a lo desconocido y al mismo tiempo la alegría de estar muy unidos con todos aquellos a los que pertenecen.   

Leo

“...Visualicen nuevamente la aldea. Siéntanse dentro de ella. Vean las casas. Y dense cuenta que pueden ver mucho mejor los contornos, porque está despuntando el sol. Es el alba. Vean a los miembros de la aldea dormidos, abrazados unos a otros. Vean que el fuego se ha convertido en brasa. Van a ver que hay alguien que no duerme, que hay alguien que mira hacia fuera, hacia la selva que comienza a mostrar sus contornos. Ese alguien quiere conocer qué hay allí, en la selva, quiere experimentar si es capaz de ir donde los demás no llegaron. Fíjense cómo se pone de pie. Imagínenlo una mujer u hombre, en cada caso. Vean cómo decide irse de la aldea, cómo decide probarse a sí mismo, cómo quiere descubrirse a sí mismo más allá de la aldea. Ustedes son esa persona que se ha dispuesto buscarse a sí mismo, descubrirse a sí mismo.

Sientan cómo cruza el umbral de la aldea, cómo se interna en la semioscuridad de la selva. Sientan cómo nos rozan las enormes hojas húmedas de rocío de los árboles, cómo cruje el piso bajo nuestros pasos, cómo escuchan la explosión del canto de los pájaros a cada nuevo rayo de sol, el griterío de los monos. Sientan cómo pueden percibir el movimiento de animales más grandes. Sientan los olores. Sientan el impacto de toda esa vida. Sientan cómo ustedes quieren llegar adonde el resto de la aldea no llegó, cómo quieren llegar a descubrirse. Saber de qué son capaces.

En este camino van a ir encontrando distintos objetos. En un claro van a ver en el suelo dos cuernos muy grandes y muy blancos de toro. Agáchense, tóquenlos, sientan sus formas. Con esos cuernos van a confeccionar un atuendo y se lo van a poner en la cabeza. Van a sentir que llevan en ustedes el poder del toro. Sientan ese poder y sigan avanzando. Van a encontrar, entre las ramas de un arbusto, la piel de un león. Observen su color dorado, tóquenla, recórranla, huelan el olor salvaje del león. Tómenla y colóquensela sobre sus espaldas, cubriéndose con ella. Sientan que llevan con ustedes el poder del león, la fuerza del león. Más adelante van a encontrar muchas plumas de águila. Observen esas enormes plumas, bellísimas, suaves, flexibles. Van a hacer con ellas otro atuendo, van a construir dos alas de águila y se las van a fijar en la espalda, y  van a sentir que llevan con ustedes la fuerza del águila, el poder del águila.

Con esos atuendos van a seguir adelante, recorriendo la selva hasta llegar al borde mismo de la selva, donde quizás nadie haya llegado antes. Van a ver un enorme claro con una colina. Ustedes van a ascender por esa colina, y cuando lleguen a la cima van a ver que allí hay cuatro grandes piedras dispuestas en cuadrado. Esas piedras están toscamente esculpidas. Una representa un toro, otra un león, otra un águila y la cuarta un hombre. Ustedes van a ponerse en el centro de las cuatro grandes piedras, y van a darse cuenta que están donde debían haber llegado. Han vencido la prueba. Van a sentir la alegría de saber que ustedes son los que han vencido la prueba. Van a sentir cómo el corazón empieza a latir con fuerza y ganas de bailar, ganas de danzar, ganas de gritar esa sensación de encuentro con ustedes mismos, ese júbilo por haberse encontrado, por haberse descubierto. Bailen, dancen, griten si es necesario, hasta que van a mirar al sol muy brillante en lo alto del cielo. Mirando al sol van a gritar “¡yo soy yo!¡yo soy yo!”... Van a proclamar su descubrimiento y, al hacerlo, van a ir sintiendo que se

calman, que se tranquilizan, que ya no necesitan bailar. El corazón se aquieta. Van a sentir que están con ustedes mismos. Con esa mirada van a observar hacia la selva, el tenue hilo de humo que indica dónde está la aldea de la cual provienen. Observen ese hilo de humo y todo lo que les evoca. Sientan también que han comprendido que su camino es para adelante, sin volver, con calma, porque se han encontrado a ustedes mismos. Van a seguir adelante, bajando la colina, alejándose de la aldea... Esta es la imagen para el signo de Leo...”.

Virgo

“... Vamos a tratar de visualizar otra vez a la persona de Leo, ya sea hombre o mujer. Traten de verla descendiendo por la colina, quitándose los emblemas (los cuernos de toro, la piel de león, las alas de aguila...). Traten de verla confiando en sí misma, confiando en su propio camino, siguiéndose a sí misma, fiel a si misma,  sintiendo que ese camino la aleja cada vez más de la aldea de origen. Traten de sentirse esa persona. Van a ver que a lo lejos aparece una cadena de montañas. A medida que avancen van a ir cruzando un inmenso trigal, muy dorado. Sientan como si caminaran en el medio del trigal sientan como las espigas doradas acarician sus piernas, sus cuerpos. Vean como se agigantan las montañas. Las montañas forman un arco, y ustedes se dan cuenta que la aldea en la que nacieron, la selva que atravesaron, formaban parte de un gigantesco valle. Ustedes van a sentir ganas y la necesidad de atravesar esas montañas, de descubrir qué es lo que hay del otro lado del valle en donde nacieron. Sientan que ya llegaron al pie de la montaña, al pie de la cadena de montañas y empiezan a subir muy confiados y decididos. Quieren ir más allá, anhelan conocer lo que está del otro lado de su origen. Vean como suben con mucha fuerza, con mucho ímpetu. Pero, de pronto, van a resbalar y van a rodar, también se van a golpear y van a volver a subir. Nuevamente van a caer y van a seguir intentándolo. Van a intentar pasar por un lugar en el que hay una pared imposible de escalar aunque lo intenten. Van a probar distintos lugares, pero no van a poder: van a volver a caer, van a volver a golpearse. Tengan la sensación de que no pueden. No pueden ir más allá. Están cansados, magullados, golpeados. Sientan el cansancio de esa impotencia. Siéntanse muy cansados, magullados, golpeados. Sientan el cansancio de esa impotencia. Siéntanse muy cansados, exhaustos. No pueden lograr lo que se habían propuesto. En la última caída ya no van a poder incorporarse. Van a quedar al pie de la montaña, en el suelo, y el gesto que les va a salir, de la congoje, de la impotencia, es el de abrazarse a la tierra. Abrácense con fuerza a la tierra sintiendo que  no pueden ir más allá. Lo único que pueden hacer es abrazarse a la tierra. Ese abrazo va a provocar un movimiento casi inconsciente en ustedes: van a empezar a enrollarse. De sus bocas va a empezar a salir un hilo muy blanco. Con ese hilo van a empezar a envolverse. Háganlo. Envuelvan todo su cuerpo, empezando por lo pies y la piernas, en un ovillo. El ovillo de esta sustancia muy blanca misteriosa está haciendo un capullo con ustedes mismos. Ustedes van a quedar del lado de adentro del capullo, como una crisálida, hasta que esten completamente envueltos. Los últimos giros los van a hacer dando vueltas su cabeza. Girando su cabeza hasta terminar de envolverse. Nosotros vamos a poder mirar lo que ha quedado de afuera. Vamos a poder mirar el capullo desde afuera y vamos a ver que tiene una extraña forma: ese capullo ha reproducido la silueta de ustedes, pero así parecen tener patas de león, cuarto trasero de toro, alas de aguila y la cabeza parece ser la cabeza de una mujer. Lo que ha quedado al pie de la montaña es una esfinge. Ustedes están dentro de esa esfinge. Lo único que puede verse en movimiento es el movimiento de los ojos. Ustedes están observando, con los ojos muy activos, desde adentro de la esfinge el mundo externo. Van a ver el trigal, la montaña, el cielo. Obsérvenlo todo mientras están muy quietos y envueltos en la esfinge. Traten de percibir lo que está pasando no sólo afuera, sino en el interior de ustedes, dentro de la esfinge. Ustedes van a mirar el sol, y van a ver cómo un rayo de sol penetra por sus ojos y llega hasta su corazón e inunda todo su cuerpo. Van a sentir que algo está pasando con ustedes: una enorme actividad interior. Pero no van a poder ver, no van a saber qué es lo que está pasando. Algo sucede en el interior de la esfinge, en la quietud de ese interior, algo sucede. Traten de percibirlo. Aunque quieren explicarlo no van a poder. Ustedes están ahí al pie de la montaña, esperando. Esperando que algo suceda en su interior. Esperando...”

Libra

… Vean otra vez el trigal dorado acariciado por la brisa, vean las espigas, vean a los campesinos trabajando y las cadenas de montañas que cierran el valle y vean otra vez a sus pies la esfinge.
            Traten ahora de tomar contacto con lo que está sucediendo allí adentro. Adentro de la esfinge algo se mueve y la esfinge empieza a agrietarse, a resquebrajarse. Imagínense como van cayendo trozos de esfinge, como esto se desmorona, traten de conectarse con lo que está adentro de la esfinge, algo se está moviendo.
            Sientan todo su cuerpo muy liviano, muy suave, ustedes son ahora una hermosa mujer con alas de mariposa. Traten de sentir como se abren, como van saliendo de ese caparazón, como van dejando que la brisa los acaricie y los lleve hacia arriba. Sientan como la brisa empuja las alas y como sin necesidad casi de moverlas son llevados hacia arriba. Déjense flotar, déjense impulsar por la brisa y miren ahora desde arriba, el trigal, los restos de la esfinge, las montañas y los campesinos. Hagan pequeños movimientos en el aire y gocen de ellos. Siéntanse llevados hacia arriba, hacia la cima de las montañas y ahora ustedes pueden mirar que hay del otro lado, en el otro lado hay otros valles, otros pueblos, sientan como un paisaje nuevo, inmenso, se abre al otro lado. También hay ríos y bosques. Y muy a lo lejos pueden ver una montaña muy oscura, con una luz en la cima, sientan la atracción por todo ese paisaje nuevo, por saber quienes están ahí, por encontrarse con todo eso les agrada y ustedes sonríen. Ustedes están exactamente en la cima de las montañas sin tocar el suelo, levemente separados del suelo moviéndose en la brisa, mirando todo lo nuevo. Pero también tienen ganas de mirar hacia atrás, de ver otra vez la colina en la cual estuvieron, la selva y tratar de ver allá muy lejos donde está la aldea de la cual partieron. Y eso también es hermoso.
            Ustedes pueden mirar todo, lo que está de un lado y lo que está del otro lado de la montaña, lo conocido y lo desconocido; traten de registrar la sensación de amplitud, como todo parece perfecto, hermoso; pero si ustedes deciden ir al otro lado, si ustedes bajan por la montaña, dejarán de ver la aldea; si ustedes deciden volver a la aldea, si bajan por la montaña, no podrán ver lo nuevo. Sientan por un momento esa tensión, la sensación de que, si se mueven, pierden algo, pierden algo de esa inmensa belleza. Quizás vacilen pero sientan que lo que realmente quieren es estar allí, en el medio, mirando ambos lados, contemplando la inmensidad, viendo que todo es perfecto, perfecto como sus alas maravillosas, como la belleza de ustedes.
            Hay tanta belleza afuera como en ustedes. Ustedes se van a quedar allí, contemplando, contemplando la inmensidad sin elegir.
            Esa es la imagen para el signo de LIBRA

Escorpio

… Vean otra vez a la hermosa mujer con alas de mariposa, flotando en la brisa, un poco por encima de la cadena de montañas; vean otra vez su sonrisa, como brillan las alas bajo el sol. Y vean otra vez atrás la aldea, la selva y adelante nuevas aldeas, ríos, valles y la montaña oscura y gigantesca al final, con una luz en su cima. Y ahora, vean como la mirada de la mujer se posa sobre una roca en la montaña. En esa roca está clavada una espada.
Ustedes son esa mujer y van a ir hacia la espada. La van a tomar suavemente, van a tocar la empuñadura y con mucha suavidad van a extraerla de la roca. Miren la espada que brilla al sol, toquen su filo, sientan su fuerza y su poder. La mujer se está transformando. Ustedes ya no son una mujer si no un guerrero y se sienten llenos de valor, llenos de decisión, quieren ir hacia el mundo nuevo, quieren conocer las nuevas aldeas, quieren cruzar la montaña. Sientan el deseo profundo de encontrarse con lo desconocido, cueste lo que cueste, sintiendo esto se van a lanzar hacia abajo, ladera abajo por la montaña, velozmente, decididos. Sientan como anhelan descubrir lo desconocido que está allá, lo que nunca vieron, ya están llegando al pie de la montaña...
Ahora, llegan al valle que está del otro lado, mientras corren por él, se abre una grieta profunda en la tierra. Una rajadura oscura se interpone en su paso, vean debajo de la tierra algo se mueve, algo pugna por salir. Lentamente, va surgiendo de la tierra un inmenso reptil: es un dragón. Vean sus facciones horribles, su piel escamosa, húmeda, que viene de las profundidades, desde lo más oscuro, y tiene fuego en las fauces. Vean sus garras, su poderosa cola, sus enormes alas, todas ellas de piel viscosa, mientras arroja fuego por la boca. Este ser les impide el paso y quiere destruirlos. Pero ustedes no retroceden, si no que se deciden a luchar. El se lanza sobre ustedes y comienza la batalla. Vívanla, sientan las heridas que se hacen los dos, mutuamente.
De pronto, de un golpe, ustedes cortan la cabeza del dragón y ésta rueda. Sienten que han vencido. Nuevamente, corren hacia lo desconocido, pero entonces ven que al dragón le crece otra cabeza y que otra vez se lanza contra ustedes. Vuelven a luchar contra él, y ahora perciben que esto ya ha ocurrido muchas veces. El dragón es invencible, pero ustedes tampoco pueden dejar de luchar. Sienten el cansancio de la batalla y el dolor que hay allí.
Entonces, miran los ojos del dragón y dentro de ellos descubren algo nuevo: hay ternura en su mirada. Los dos están exhaustos, ya no quieren seguir peleando. Acérquense al dragón, véanlo de cerca, vean esa piel de milenios, que viene de lo más oscuro de la tierra. Acarícienla. Ese dragón tan antiguo se deja tocar.
Ustedes sienten ahora deseos de subirse a él, de sentarse a horcajadas sobre su lomo. Lo hacen. Ahora pueden sentir el cuerpo del dragón latiendo poderosamente bajo ustedes. Sientan como el dragón comienza a volar con ustedes encima. Se lanza hacia el cielo, cada vez más alto, hacia el sol, hacia una libertad cada vez mayor. Sientan la potencia de ese vuelo, hasta que de pronto el dragón comienza a descender y se lanza hacia la tierra. Ustedes, desde arriba, ven que vuela sobre una aldea y que con sus llamas destruye las casas, ven a la gente correr aterrorizada, pero no pueden detener al dragón. De nuevo, vuelve a ascender el cielo, y ustedes suben y bajan con él, y cada vez que baja, ustedes destruyen con él, muchas veces. Sientan ese vuelo hacia arriba y luego hacia abajo, sientan como él comienza a obedecerlos pero aún es él, el dragón, el que guía el vuelo, es muy poderoso, tanto cuando sube al cielo como cuando baja a la tierra...

Sagitario

… Vean otra vez al dragón en su vuelo y vean al jinete, al guerrero, están cada vez más cerca uno del otro, se comprenden uno al otro cada vez mejor, pero vean aún como el dragón sube y baja.
Traten de volver a registrar la sensación de que no pueden terminar de controlar al dragón y de que están cansados, están exhaustos con este vuelo, y traten de sentir que solos no pueden resolver la situación, que no van a controlar nunca al dragón por sí mismos. Ustedes van a desenvainar la espada y así van a pedir ayuda para que este proceso llegue a su final y, desde la montaña oscura que está al fin del camino con una luz en la cima, verán como sale un rayo de luz y ese rayo de luz inunda al dragón. Traten de sentir esa luz en el cuerpo y en el corazón y sientan como todo se transforma, como ya no son el guerrero si no que son un jinete con ropas muy livianas que cabalga un hermoso caballo blanco en la pradera.
Sientan el viento en la cara, en el cuerpo, sientan el movimiento del galope, la ondulación y sientan bajo su cuerpo al caballo, al caballo muy blanco. Acaricien su cuello, sientan que dócil es, sientan su fuerza, su nobleza, como responde a la más mínima presión de sus rodillas. Abrácense con el caballo y dejense llevar a gran velocidad atravesando el viento, atravesando distintos paisajes, gozando de ese galope, de ese movimiento.
Ahora, están pasando a través de una doble fila de columnas. A la derecha son blancas, a la izquierda son negras. Ustedes pasan por el medio. Ni siquiera las miran. Van siguiendo la estela de una flecha de fuego, de ese movimiento.
Traten de conectarse con la flecha de fuego que va delante de ustedes. La están siguiendo. No porque la obedezcan si no porque corresponde a su propia naturaleza ir allí donde va la flecha. Sientan como el caballo muy dócilmente también sigue a la flecha, como si fueran una unidad: caballo, jinete y flecha. Y sientan que van cambiando los paisajes a veces la flecha parece llegar a destino hundiéndose en un bosque pero, cuando ustedes llegan allí, emerge por otro lado o desaparece detrás de la montaña y nuevamente cuando ustedes llegan, ven que aún sigue en camino.
Sientan la alegría de este galope, la alegría de esta búsqueda, la alegría de este viaje. Ustedes son como un río que va hacia el mar. No importa cuantas curvas, cuantas vueltas, lo importante es el movimiento, el galope, la docilidad del caballo, el fuego de la flecha. Ustedes viajan, viajan sin fin...
  

Capricornio

Vean otra vez al jinete con sus ropas ligeras galopando al viento en su hermoso caballo blanco. Traten de conectarse nuevamente con la sensación del galope, con la libertad, la sensación de inmensidad, de vastedad, con la entrega a la dirección que va marcando la flecha de fuego en el cielo. Y vean ahora como la flecha se acerca a una montaña muy grande y oscura, que tiene una luz en la cima, semioculta por nubes, y vean como la flecha entra en esa luz y desaparece en esa luz. Ustedes sienten que han llegado a destino y esa montaña, la cima de esa montaña, es el lugar.
Tengan la sensación de llegar a los pies de una montaña muy alta, de roca muy oscura, miren hacia arriba y vean como la cima se pierde entre nubes. Ustedes comprenden que tienen que descender del caballo y de un alforja van a extraer un manto con una capucha, se cubrirán con ellos y se despedirán del caballo. Ya no puede acompañarlos.
Y ahora van a emprender la ascensión. Sientan como buscan el camino entre las rocas escarpadas y avanzan con enorme convicción, porque van a llegar aunque la cima esté muy lejos. Ustedes se han propuesto llegar, paso a paso. Vean como estudian meticulosamente donde poner los pies, donde poner las manos. No hacen ningún exceso de energía ni de entusiasmo, porque tienen que llegar. Ustedes no pueden fracasar.
Sientan las rocas en las manos, muy frías y heladas. Sientan el viento que atraviesa el manto. Allí hace mucho frío y se hace difícil respirar. Y ustedes van subiendo paso a paso, lentamente. Vean como cada tanto aparecen arroyos, torrentes de agua muy claras en los cuales nadan peces de hermosos colores, pero ustedes ni siquiera los miran. Tienen que seguir adelante, tienen que llegar a la cima. Piensen que han caminado durante mucho tiempo sin descanso, han trepado, han ascendido. Sientan que están avanzando ya entre las nubes. Casi no pueden ver nada, envueltos en niebla. Observen que las rocas están cubiertas de nieve. Están cubiertas por hielo pero ustedes siguen con gran esfuerzo, dispuestos a llegar.
Y vean que ahora, prácticamente han llegado a la cima, han llegado allí donde se acumula el hielo y la nieve y frente a ustedes, brilla un inmenso resplandor, casi enceguecedor. Ustedes sienten que esa es la meta, que ya han llegado y van hacia el resplandor caminando y hundiéndose en la nieve. Pero, cuando se acercan, advierten que el resplandor está del otro lado de un gran abismo. Miren hacia abajo y vean ese abismo, profundísimo. No pueden ver el fondo y él los separa de la luz.
Ustedes caminan buscando como cruzarlo, hasta que ven un puente de cuerdas colgante, sacudido por el viento. Es muy endeble pero ustedes sienten que con eso les alcanza. Y por ahí van a cruzar. Pero un momento antes, deciden darse vuelta para volver a mirar todo el camino que recorrieron desde el principio. Acérquense al borde de la montaña y miren hacia abajo para entrever al caballo, al hermoso caballo blanco que los acompañó, miren mucho más lejos, hacia el campo donde lucharon con el dragón y las aldeas destruídas, miren más allá, la cadena de montañas que separa el valle de origen y en él vean el trigal, las colinas con las estatuas, vean la selva y la aldea de la cual partieron, sientan como ese camino es el camino que recorrieron. Es todo lo que han hecho, sientan la satisfacción por haberlo hecho bien.
Sientan el aplomo, la seguridad de haber cumplido con la tarea. Ahora, se dan vuelta para cruzar el puente… pero cuando van a hacerlo descubren que en él hay un extraño animal que les impide el paso. Es muy grande, es una gran cabra que tiene un ojo en la frente y una cola de saurio, una cola de lagarto que cuelga por el cuerpo. Observen la mirada de ese animal. Los mira muy fijamente y les va a hacer una pregunta. Escuchen su voz, su voz es como miles de voces al unísono y esas miles de voces les preguntan: “¿Quién ha hecho este camino?”. “Sólo se sabes contestar esta pregunta podrás pasar”.
Miren fijamente al animal y escuchen otra vez la pregunta: “¿Quién ha hecho esta camino?”
Esta es la imagen para el signo de CAPRICORNIO
  

Acuario

Vamos a sentarnos lo más cómodo posible. Tratemos de registrar nuestra respiración y vayamos acompañando el ritmo de la misma, viendo como se va distendiendo. Vamos sintiendo como se relajan todos los músculos de la espalda, como se aflojan los hombros, como se distiende el cuello y también como se van relajando todos los músculos de la cara, alrededor de la boca y alrededor de los ojos. Estamos entrando en un nivel de percepción más percepción más profundo en el que nos disponemos a tomar contacto con la energía del signo de ACUARIO…
Vean otra vez el personaje encapuchado cubierto por el manto en la cima de la montaña de roca oscura, en esa cima cubierta por la nieve y por el hielo. Traten de sentir otra vez el soplo del viento helado, respiren el aire de alta montaña con toda su vitalidad y vean del otro lado del abismo el resplandor enceguecedor, la meta y enfréntense otra vez con el ser que esta sobre el puente colgante. Imaginen nuevamente a la gran cabra con un ojo en la frente y con cola de saurio. Escuchen otra vez la pregunta, escuchen otra vez esas miles de voces, ese coro que pregunta, que les pregunta a ustedes: “¿quién ha hecho este camino?”
Sientan las ganas de contestar “YO” de contestar “YO” con mucha fuerza, pero sientan que algo se abre dentro de ustedes y desde el corazón ustedes dicen “la vida”, “la vida lo ha hecho”. Cada una de las etapas de la vida. Y sientan, al decir esto, vean, escuchen, un trueno y como un rayo surge del cielo y golpea el puente y lo rompe y la cabra cae. La cabra cae al abismo. Ustedes ya no tienen más ante si el obstáculo de la cabra que les impide el paso pero tampoco tienen puente. Y sientan como, sin embargo algo ha cambiado en ustedes. Ustedes se quitan la capucha y el manto y ya no sienten frío y han decidido saltar, saltar al otro lado aunque sea absolutamente irracional. Aunque sea imposible. Ustedes saben que pertenecen al otro lado.
Miren otra vez el abismo y salten. Siéntanse en el vacío, sientan que no tienen donde apoyarse, y también que no van a llegar al otro lado y, sin embargo, confíen. Antes de caer van a poder ver que una luz que sale del resplandor comienza a envolverlos. Sientanse envolver por esa luz. Sientan que esa luz es vuestra propia luz, que es una sola con su cuerpo y sientan que esa luz los transporta suavemente hasta el otro lado del abismo y ahí están, en medio del resplandor. Vean como surgen siluetas, como aparecen personas en medio del resplandor que vienen al encuentro, que los saludan. Esa gente que ustedes jamás habían visto y, sin embargo, la conocen. Saben que la conocen desde siempre, que hay algo irrevocablemente común. Vean como sonríen, como si los estuvieran esperando, y ustedes van hacia allá. Cuando van hacia ellos miran hacia atrás y pueden ver como por la montaña oscura, por distintos caminos, están ascendiendo encapuchados. Ninguno ve al otro. Cada uno cree estar solo por distintos caminos. Pero ustedes ya no tienen tiempo de mirar hacia atrás, los otros los llaman.
Y ahora les van a entregar un cántaro. Tomen ese cántaro. Ustedes van a imaginar la forma, el color que más les agrade, porque ese cántaro tiene que representar profundamente sus deseos y con ese cántaro van a ir hasta una fuente en medio de una roca de la que surge un agua muy transparente. Vean como todos los demás hacen lo fresca que es y llenen el cántaro. Vean como todos los demás hacen lo mismo y, sin necesidad de decir nada, todos van hacia el borde de la montaña, cuando ahí llegan, arrojan el agua de sus cántaros hacia abajo. Ustedes hacen lo mismo. Vean como esa agua transparente se va abriendo camino y va llevando vida hacia abajo, creando torrentes, y más allá creará arroyos y ríos hasta formar el mar.
Piensen que ustedes van a ir desde el borde hasta la fuente, muchas veces con los demás, llenando su cántaro y vaciándolo. Sientan que hay una música dentro de ustedes y dentro de todos, que no se necesitan hablar. Solo hacen lo que tienen que hacer. Tomar el agua con el cántaro y vaciarla hasta que se formen los ríos, para que haya más vida. Esa es su tarea.
Esta es la imagen para el signo de ACUARIO

 Piscis

… vean otra vez el resplandor en la cima de la montaña y vean como caen los torrentes de agua cristalina por la ladera en todas direcciones. Siéntanse otra vez allí dentro del resplandor rodeados de luz escuchando una música en silencio, llevando el cántaro, y tengan otra vez la sensación de mirar a sus compañeros, cada uno tiene una estrella en la frente y no necesitan hablar para hacer lo que hay que hacer. Traten de recrear esa fluidez, ese encuentro, esa libertad y hacer. Traten de recrear esa fluidez, ese encuentro, esa libertad y ahora, sin que nadie diga nada ustedes sienten que tienen que dejar el cántaro, el hermoso cántaro y ven cómo cada uno de los demás también lo hacen. Los cántaros se van apilando y ustedes se alejan de ellos y van con los demás al borde de la montaña. Miran hacia abajo ahora y van a ver que la montaña está rodeada por el mar. Está rodeada por un inmenso océano y que llega al horizonte sin límites, en las cuatro direcciones.
Miren ese mar de olas bien grandes, muy grandes, y vean la potencia de sus olas, su energía, y ustedes sienten lo que tienen que hacer. Ustedes saben lo que tienen que hacer. Se van a tomar de la mano de los demás compañeros de la montaña y todos juntos se van a lanzar desde la montaña hacia el mar. Sientan la caida y sientan su entrada al agua. Entran profundamente en ella y traten de tener la sensación de disolverse en el agua, de fundirse en ella y dejar que el agua penetre. Y ustedes van a ir hacia abajo, hacia las profundidades. Dejense llevar hacia las profundidades del mar y vean como allá ya no llega la luz del sol.
Han atravesado la zona con peces, con algas pero ahora entran en una zona oscura donde ya no llega la luz. Siéntanse por un momento como disueltos en este abismo oscuro, sin luz hasta que recuerden que tienen una estrella en la frente y esta estrella les va a permitir alumbrar el camino. Y al hacerlo, van a mirar hacia otros lados y van a poder ver las estrellas de los demás compañeros diseminados por el fondo del abismo…
Traten de recorrer esa imagen en el fondo del abismo. Es como si el cielo estrellado flotara en el fondo del mar. Ustedes ya no se sienten solos y entonces van a nadar aún más hacia la profundidad. Sientan cómo han llegado al fondo iluminados por la estrella y allí ene ese fondo van a encontrar rocas, rocas muy antiguas cubiertas de algas. Tóquenlas, sientan la antigüedad de esas piedras. Y ustedes van a ver que debajo de esas piedras hay cangrejos, cangrejos atrapados bajo las piedras… que no pueden nadar…
Ustedes van a sentir el impulso de remover esas piedras y de liberar a los cangrejos y van a hacer eso. Van a remover las rocas y al hacerlo van a ver como los cangrejos se liberan y nadan hacia arriba y pasan al lado de ustedes pero ellos no los van a ver, no los pueden ver y ustedes van a seguir removiendo las rocas en el fondo del abismo, pero ustedes pueden ver que las demás estrellas hacen lo mismo. Remueven las rocas.
Y van a ver como centenares de cangrejos ascienden, salen de la oscuridad y van hacia la luz, sin verlos a ustedes. Ustedes van a sentir que su lugar es éste, en el fondo del abismo, removiendo las rocas mientras los cangrejos ascienden. Las estrellas descienden y los cangrejos ascienden. Ustedes van a sentir que esa es la vida…
Esta es la imagen para el signo de PISCIS…

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