Los trabajos de Hércules
Maestro Tibetano Djwhal Khul - Alice A. Bailey
Trabajo 2
La Captura del Toro de Creta
Aquel que preside habló al Maestro del hombre
cuya luz brillaba entre los hijos de los hombres, que son los hijos de Dios.
"¿Dónde está el hombre que se mantuvo con
poder delante de los Dioses, recibió sus dones y entró por el primer portal
abierto de par en par para trabajar en su tarea?"
"El descansa, oh, Gran Presidente, y
reflexiona acerca de su fracaso, se lamenta por Abderis, y busca ayuda dentro
de sí mismo".
"Está bien. Los dones del fracaso
garantizan el éxito, cuando son correctamente comprendidos. Que proceda a
trabajar una vez más, que entre por el segundo Portal, volviendo
prontamente".
El segundo Portal estaba abierto de par en par,
y desde la luz que velaba la escena distante, una voz emergió y dijo: “Pasa a
través del Portal. Sigue tu camino. Realiza tu trabajo y vuelve a mí,
informándome sobre el hecho".
Solo y triste, consciente de la necesidad y
consumido por profunda pena, Hércules pasó lentamente entre los pilares del
Portal a la luz que brillaba donde estaban los toros sagrados. En el horizonte
se levantaba la hermosa isla donde moraba el toro, y donde hombres arrojados
podrían entrar en ese vasto laberinto que los atraía hasta el aturdimiento, el
laberinto de Minos, Rey de Creta, el guardián del toro.
Cruzando el océano hacia la soleada isla (aunque
no se nos dice cómo) Hércules emprendió su tarea de buscar y encontrar al toro,
y conducirlo al Lugar Sagrado donde moran los hombres de un solo ojo. De un
lugar a otro persiguió al toro, guiado por la fulgurante estrella que brillaba
sobre la frente del toro, una brillante lámpara en un sitio oscuro. Esta luz,
moviéndose a medida que el toro se movía, lo conducía de un lugar a otro. Solo,
buscaba al toro; solo lo perseguía hasta la guarida; solo lo capturó y montó
sobre su lomo. A su alrededor permanecían las Siete Hermanas estimulándole en su
camino y, en la resplandeciente luz, él conducía al toro a través de la
brillante agua hacia la isla de Creta sobre la tierra donde moraban los tres
Cíclopes.
Estos tres grandes hijos de Dios esperaban su
regreso, vigilando su progreso a través de las olas. Él condujo al toro como
si éste fuera un caballo, y con las Hermanas cantando a medida que marchaba, lo
acercó a la tierra.
“Viene con fuerza", dijo Brontes, y fue a
encontrarlo en la ribera.
"Conduce en la luz", dijo Steropes,
“su luz interior será más brillante”, luego se avivó la luz en repentina llama.
"Viene deprisa", dijo Arges, "está
conduciendo a través de las olas".
Hércules se acercó, empujando al toro sagrado
sobre el camino, arrojando la luz sobre el sendero que conducía de Creta al Templo
del Señor, dentro de la ciudad de los hombres de un solo ojo. Sobre la tierra
firme, a la orilla del agua, estos tres se pararon y se apoderaron del toro,
quitándoselo así a Hércules.
"¿Qué tienes tú aquí?, dijo Brontes,
deteniendo a Hércules sobre el camino".
“El toro sagrado, oh, Dios".
“¿Quién eres tú? Dinos ahora tu nombre", dijo
Steropes.
“Yo soy el hijo de Hera, un hijo de hombre y sin
embargo un hijo de Dios. He realizado mi tarea". "Lleva ahora el toro
al Lugar Sagrado y sálvalo de una esperada muerte, Minos deseaba su
sacrificio".
“¿Quién te dijo que buscaras y salvaras así al
toro?”, dijo Arges, moviéndose hacia el Lugar Sagrado.
"Dentro de mí sentí el impulso y busqué a
mi Maestro. Ordenado por el Gran Presidente, Él me envió al Camino, y
con larga búsqueda y muchos dolores, encontré al toro. Ayudado por su sagrada
luz, lo conduje a través del divino mar a este Lugar Sagrado".
"Ve en paz, hijo mío, tu tarea está hecha".
El Maestro lo vio venir y salió a su encuentro
en el Camino. A través de las aguas llegaban las voces de las Siete
Hermanas, cantando alrededor del toro, y más cerca aún el cántico de los
hombres de un solo ojo dentro del Templo del Señor, en lo alto del Lugar
Sagrado.
"Viniste con las manos vacías, oh, Hércules",
dijo el Maestro.
"Tengo estas manos vacías, porque he
cumplido la tarea a la cual fui asignado. El toro sagrado está a salvo,
en lugar seguro con los Tres. ¿Y ahora qué?”
"Dentro de la luz tu verás luz; camina en
esa luz y allí ve la luz. Tu luz debe resplandecer más brillante. El toro está
en el Lugar Sagrado".
Y Hércules se tendió sobre la hierba y descansó
de su trabajo. Luego el Maestro se volvió hacia Hércules y dijo: "El
segundo trabajo está cumplido, y la tarea fue fácil. Aprende de esta tarea la
lección de la proporción. Fuerza para realizar la ardua tarea; buena voluntad
para hacer la tarea que no somete a esfuerzo tus poderes; así son las dos
lecciones aprendidas. Levántate pronto y busca la región, guardada por el
tercer Portal, y encuentra las manzanas de oro. Tráemelas aquí.
El El tibetano
El significado del Trabajo
A pesar de un parcial fracaso inicial, Hércules
ha hecho su comienzo. De acuerdo con la ley universal ha empezado su trabajo en
el plano mental.
En la ejecución del plan creativo, el impulso
del pensamiento es seguido por el deseo. Ese estado de conciencia, al que
llamamos mental, es seguido por el estado de sensibilidad, y este segundo
trabajo se ocupa del mundo del deseo y de la potencia del deseo. Es uno de los
más interesantes trabajos que nos es relatado con amplios detalles. Algunos de
los relatos hechos de las varias pruebas a las cuales Hércules estuvo sujeto,
son excesivamente fragmentarias y breves en su esbozo, pero las pruebas en
Tauro y Géminis, en Escorpio y Piscis, son relatadas más extensamente. Fueron
drásticas en su aplicación y sometieron a prueba cada parte de la naturaleza
del aspirante.
La clave
del trabajo en Tauro es la correcta comprensión de la ley de Atracción. Esta es
la ley que gobierna esa fuerza magnética y ese principio de coherencia que
construye las formas a través de las cuales Dios, o el alma, se manifiesta.
Ella produce la estabilidad que se demuestra en la persistencia de la forma
durante todo su ciclo de existencia, y concierne a la interrelación entre lo
que construye la forma y la forma misma; entre los dos polos, positivo y
negativo; entre espíritu y materia; entre el Yo y el no‑Yo; entre macho y
hembra, y así entre los opuestos.
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